La Travesía pirenaica
de costa a costa es
ya un mito que todo
montañero sueña con
poder realizar al menos
una vez en su
vida. Debido a que a
pie se pasa ampliamente
de los 40 días,
es normal que muchos
decidan realizar
esta gran aventura en
varios años.
Desde hace aproximadamente
una década,
se empezó a hablar
de la Transpirenaica
invernal, aunque son
pocos los que la han
intentado. Hoy os presentamos
una variante
de la modalidad habitual:
la Transpirenaica
con esquís. De nieve
a nieve. Y en este
caso, además, en autosuficiencia.
La Travesía pirenaica
de costa a costa es
ya un mito que todo
montañero sueña con
poder realizar al menos
una vez en su
vida. Debido a que a
pie se pasa ampliamente
de los 40 días,
es normal que muchos
decidan realizar
esta gran aventura en
varios años.
Desde hace aproximadamente
una década,
se empezó a hablar
de la Transpirenaica
invernal, aunque son
pocos los que la han
intentado. Hoy os presentamos
una variante
de la modalidad habitual:
la Transpirenaica
con esquís. De nieve
a nieve. Y en este
caso, además, en autosuficiencia.
Es evidente que el
comienzo y el final
de la nieve en el Pirineo
dependen de
muchos factores. Podría
darse el caso
que alguien consiguiera
realizarla íntegramente,
de mar a mar,
pero se nos antoja
algo muy remoto, por
obvios motivos. En
un invierno como el
pasado, los navarros
Julián Beraza y Juan
Mari Negredo, junto al
vasco Ritxar Manovel,
la realizaron desde el
Refugio de Garlit, en
el Canigó, hasta Zuriza,
el último valle del
Pirineo aragonés, y
también último valle
del Pirineo central.
En total, 450 kilómetros
en 24 etapas, en
autosuficiencia y sin
ayuda exterior. 36.000
metros de desnivel
positivo. Habían dejado
algunos avituallamientos
en el monte
para evitar descender
a poblaciones.
Y algo muy importante:
fuera de estación,
la alta montaña está
cerrada. Tan sólo encontraron
3 refugios
guardados en los 24
días de travesía: Restanca,
Estós y Oulettes
de Gaube. Con
periodos de más de
6 días encadenando
refugios libres sin pasar
por ningún lugar
habitado.
Así nos lo cuentan:
El pequeño sueño de atravesar los Pirineos en invierno seguro que es
algo que ronda por la cabeza de muchos pirineistas. Nosotros somos
parte de esa comunidad que tanto disfruta con la actividad del esquí de
travesía, y que nos animamos a hacer realidad este sueño, durante el
mes de febrero de 2008. Después de 24 días de actividad, 4 de descanso,
y mas de 400 km de recorrido y unos 36.000 de desnivel, llegamos
a Zuriza el 3 de marzo. Atrás dejamos todos los preparativos y todas
las dudas. Ahora, una vez finalizada la transpirenaica y todavía con el
regustillo de tantos días seguidos de esquí recordamos, a groso modo,
lo que ha supuesto esta travesía.
Esta travesía nos la planteamos como un reto, una manera de hacer más
con menos. Un viaje minimalista, donde todo lo que llevábamos era lo que
íbamos a necesitar. El reto venía, además de por la longitud de la travesía,
por el CÓMO la íbamos a realizarla. En nuestra opinión la manera más auténtica
consistía en dejar depósitos a lo largo de la ruta, para abastecernos
de lo imprescindible, comida y combustible, y así bajar lo menos posible
a zonas habitadas,. Y seguir una ruta ambiciosa, lo más elevada posible
en altimetría, que nos asegurase la nieve, un bien tan escaso hoy en día
PREPARATIVOS
Todo empezó porque uno de nosotros, Ritxar, pensó que 2.008 era “el
año”. A finales de primavera del 2007 se rodeó de mapas y libros y empezó
a trazar imaginariamente el posible recorrido. A la vez se puso en contacto
con los que alguna vez habíamos comentado nuestro interés por esta ruta.
El problema era que una cosa son los mapas y croquis, y otra el terreno.
Así que a principio del verano del 2007, Ritxar, se lanzó a probar en sus
propias carnes, a pie, y con algún kilo de más en la mochila, el recorrido
hasta el hospital de Vielha. Otro punto importante era la fecha elegida.
Desde un principio pensamos en el mes de febrero, aun sabiendo que la
cantidad de nieve y la estabilidad del tiempo no dependían de la fecha,
y más teniendo como ejemplo la irregularidad de estos últimos años...
Una vez terminada la ruta y después de haber tenido más de diez días
seguidos de buen tiempo, nos dimos cuenta de nuestro gran acierto.
De hecho, los tres coincidimos en que sin el buen tiempo que tuvimos
no hubiésemos completado la ruta, por la dureza de la misma.
En cuanto al abastecimiento, decidimos utilizar 6 depósitos a lo largo
de la ruta. De esta manera, no tendríamos más de 5 días entre depósito
y depósito para no cargarnos demasiado y, a su vez, dichos depósitos
estaban en lugares de paso de la ruta. Los lugares elegidos
serían: L´Hospitalet Press Andorre (un pueblo francés a los pies de
Pas de la Casa), la estación de esquí de Ordino en Andorra, el Port
de la Bonaigua, el túnel de Bielsa, el refugio Granje de Holle en Gavarnie
y Candanchú. Además, existió un 7º depósito, que fue Benasque,
donde aprovechando el día de descanso compramos comida para
los siguientes 5 días hasta el siguiente depósito en el Tunel de Bielsa.
Los depósitos contenían desayunos (infusiones, capuchino, azúcar, avena,
galletas), picoteos (1 sobre embutido por día, tortas, frutos secos),
cenas (sopas, pasta china, comida liofilizada), y pilas, las cuales nos las
proporcionó tan amablemente Txusma de Cegasa ¡¡Gracias colega !!
Además, nos permitimos meter alguna cerveza, vino y chocolate, como
pequeños homenajes para alegrar nuestros espíritus.
Otra de nuestras preocupaciones era qué meter en la mochila. Debería
llevar lo imprescindible, y a la vez no ser demasiado pesada.
A grosso modo cada uno llevábamos chaqueta y pantalón
impermeables, pantalón-malla, forro polar, muda de recambio,
calcetines, saco de dormir, esterilla, chaqueta plumas, 2 pares de
guantes, verduguillo, zapatillas, frontal, gafas, gafas de ventisca,
la bolsa de comida, casco, arva, sonda, pala, crampones, piolet, equipo
de travesía, focas de recambio y una carga de gas. Y entre todos: 1
botiquín, 2 hornillos con cazuelas, algo de material de reparación, un
cuaderno con la ruta, 2 cámaras de fotos, 2 GPS y pilas de recambio.
RUTA
Partimos el sábado 2 de febrero rumbo al Canigó, con la idea de dejar los 4
depósitos que nos faltaban (túnel de Bielsa, Ordino, port de la Bonaigua,
y L´Hospitalet Press Andorre). Al final tardamos 2 días en terminar esta
tarea y plantarnos a los pies de la pica del Canigó, cerca de Fillols.
PRIMERA PARTE:
REFUGIO GARLIT, REF MARIALLES,REF VALTER 2000, NURIA, REF BOULLOUSES, L´HOSPITALET PRESS-ANDORRE
El primer día una buena nevada nos recibió en la cima del Canigó. Foto
de rigor, fijamos cuerda para asegurar la chimenea de bajada y nos despedimos
de Bera, que tan amablemente se prestó a acompañarnos para
recoger la cuerda y después devolver nuestro vehículo a casa. Durante la
bajada cambiamos los esquís por los crampones a causa de los pedruscos
cubiertos de hielo y nieve fresca. En nuestras cabezas empezaba a sonar
la frase: “hay que conservar la mecánica”…Al final, cambio de planes
a causa de la poca nieve, para acabar bajando al refugio Marialles.
Al día siguiente y ¡sin viento!, atravesar Pla de Guillen supuso un reto
para nuestros pies y nuestras espaldas, todavía poco acostumbradas al
peso de las mochilas. El Mediterráneo se dejaba ver a nuestras espaldas.
Dormimos en el refugio Ull de Ter, y nos dirigimos a Nuria por toda la
divisoria, arañando los pocos giros que la escasa nieve nos permitía.
De Nuria subimos al emblemático Puigmal, regalo de cumpleaños para
Ritxar…, y una promesa: “si llegamos a Benasque, ¡¡os invito a todos
al spa!!
Después descendimos por la ladera norte, disfrutando de nieve polvo,
hasta la estación de Puigmal-Er. Delante de nosotros, la Cerdanya se
mostraba sin nada de nieve, así que tocaba trasladarse en taxi los mas
de 40 km que separaban los dos lados del amplio valle para terminar esa
etapa en el refugio Boulloses.
La jornada siguiente no se nos olvidaría en toda la ruta. Estábamos a
punto de encarar el corredor de acceso a la Pica del Carlit, cuando Ritxar
hizo un mal apoyo y su rodilla decidió salirse. Al final terminó
en el helicóptero, rumbo al hospital para evitar agravar el estado de
su pierna. Julián y yo seguimos esa etapa con el susto en el cuerpo
pero decididos a llegar a nuestro destino: Hospitalet Press-Andorra,
donde habíamos dejado nuestro primer depósito. Aquella misma noche
Ritxar apareció cojeando en el pequeño pueblo, preocupado pero
todavía con cierta esperanza de poder seguir adelante. Todo dependía
de cómo reaccionara su rodilla tras dos días de reposo obligado…
SEGUNDA PARTE:
REF RULHE, REF RIALB, ESTACIÓN DE ORDINODespués del reposo, y de disfrutar de la exquisita cocina de la guide
d´etape, ascendimos por el Val d´Arques buscando la nieve, que se encontraba
muy alta. De nuevo la sensación de abrir huella en nieve virgen
nos animaría en nuestro paso hacia col de l´Albe primero y también
hacia la collada de Juclar, la puerta del valle donde se encontraba la
siguiente parada: el ref de Rulhe. A partir de allí, decidimos mantenernos
en la vertiente francesa por la posibilidad de encontrar más nieve, y
a través del collado de la Mina, entramos de nuevo en el Principado de Andorra para pasar noche en el refugio de Rialb. De Rialb bajamos hacia
la estación de Ordino Arcalís, donde paramos a recoger el segundo
depósito, ahora sí para unos cuantos días.
Con las mochilas a tope ascendimos al port del Rat y después de atravesar
el impresionante y silencioso valle de Soulcem, subimos hacia
el esquivo port de Boet. En la otra vertiente nos esperaba Pla de
Boet, un precioso valle repleto de abetos, donde se encontraba Valferrera,
refugio habitualmente utilizado para ascender la Pica d´Estats.
TERCERA PARTE:
REF VALFERRERA, REF CERTASCAN, REF MONTROIG, REF AIROTO, SALARDÚ
Nos tocaba afrontar uno de los tramos más largos y también más aislados
de toda la travesía. Valferrera nos recibió rodeado de escombros,
algo que estropeaba la hermosa vista de todo el bosque de abetos que
lo envolvía. De Valferrera ascendimos hacia el curioso ref de Baborte,
para después descender hacia el profundo valle que nos separaba del
refugio de Certascán donde finalizamos la etapa. Día largo y duro por
el calor y la ausencia casi total de nieve, la cual no pudimos pisar hasta
cerca de la presa del estany. 1200 m de desnivel, una última subida que
nos pasaría factura los días venideros.
Desde dicho refugio nos dirigimos cómodamente y disfrutando de
una nieve totalmente transformada hasta el collado de Certascán donde
apareció el imponente Mont-Roig, dividido en dos cumbres por su
elegante corredor este. A los pies de éste, y dominando el Estany inferior
de la Gallina se encontraba el confortable refugio Enric Pujol,
en donde pernoctaríamos. Estábamos ya a 14 de febrero, el tiempo
seguía estable y la pierna de Ritxar parecía responder sin problemas.
En la etapa siguiente, atravesamos uno del los puntos más complicados
de la travesía: el Col de la Tartera, un estrecho paso que en caso
de niebla puede ser complicado de encontrar. El tiempo de nuevo nos
acompañaba y salvo algún pequeño tramo pudimos bajar con nuestros
esquís.
Desde dicho col accedimos al valle de Comamala, por el cual nos
deslizamos hasta que la vegetación y el poco espesor de la nieve nos
obligaron a echarnos los esquís a la espalda. De ahí, y ya por una
estrecha senda, descendimos a la carretera que por el fondo del valle,
bajaba al pueblo de Alós d´Isil. Estábamos a 1.280 metros de altura,
posiblemente el punto más bajo de toda la travesía.
Ese día habíamos dejado el plato principal para el final, 1200
metros de desnivel nos esperaban hasta el coll de Cuenca. Antes
tendríamos que atravesar el curioso valle colgado que da acceso
a dicho collado y que estaba rodeado de blanquecinos picos de
roca caliza. El recuerdo de los picos de Europa rondaba nuestras
cabezas. Fue un día largo que terminaría en el confortable refugio
de Airoto. Un refugio en forma de tienda canadiense, totalmente
de madera y equipado con mantas, colchones y además estufa…
De Airoto hasta el siguiente depósito del port de la Bonaigua
quedaba un paso, y teniendo en cuenta que salíamos hacia el oeste,
por lo que podríamos asegurarnos la nieve hasta el mismísimo Port.
Habíamos completado uno de los tramos más complicados de la travesía
y nos encontrábamos bien, cómodos. Nuestra moral era puesta a prueba
diariamente por el peso de la mochila y por el surtido de nieve que nos
habíamos encontrado, que iba en aumento. No ocurría lo mismo con
nuestro material.
Había algún canto partido y las focas ya empezaban a sufrir de alopecia.
Nos vimos obligados a bajar a Salardú, arreglar los esquís y seguir al
día siguiente rumbo a Colomers con el material en mejores condiciones.
CUARTA PARTE:
SALARDÚ, REF RESTANCA, HOSPITAL DE BIELA, BENASQUE
Aquella decisión, sin saberlo, había sido de lo más acertada. La cazuela
que utilizamos en Airoto para derretir nieve debía de tener inquilinos.
Esa noche y parte del día siguiente estuvimos padeciendo todo tipo de
desórdenes estomacales. Nos habíamos relajado con la higiene del agua
y ¡¡vaya si lo habíamos pagado!!
La dieta funcionó, y después de otro día de obligado descanso, pudimos
continuar por el valle de Tredós hacia Colomers y, tras el almuerzo de
rigor, dirigirnos hacia el ref de la Restanca.
La borrasca se nos había echado encima. Ese día, sin la ayuda de los
Gps, encontrar el estrecho port de Crestada a los pies del Montardó
habría resultado imposible.
Ya habíamos llegado al macizo de Aneto-Maladeta, terreno más conocido
para nosotros. Teníamos dos opciones para llegar a Llanos
del Hospital: por el Coll de Mulléres o por el Coll de Salenques.
La primera opción era más seria y las condiciones tanto atmosféricas como
de la nieve eran importantísimas para poder afrontarla con garantías. Los
partes meteorológicos que llegaron a nuestros móviles no preveían mucha
estabilidad. Así que la opción del Coll de Salenques fue la elegida.
Al final del día siguiente íbamos a dormir en Benasque de vuelta a la
cama, la ducha, la comida fresca… Conforme avanzaba esa jornada, el
tiempo se fue estabilizando lo suficiente como para dejarnos disfrutar
de todo el valle que daba acceso al coll de Salenques. Entrábamos en el
Pirineo Central…
La escasa nieve estaba de lo más caprichosa y nos obligaba a cambiar
continuamente el peso del cuerpo para evitar la caída. Además, el calor
y la blandísima nieve del principio del valle de Salenques, nos habían
castigado muchísimo las piernas. Miramos de reojo el Aneto casi pelado
por el viento, y seguimos descendiendo dirección Plan de Aigualluts,
Llanos del Hospital para terminar con una cerveza en la mano en el
lujoso hotel de Llanos del Hospital.
Cualquier excusa era buena para disfrutar de los pequeños placeres que
no disponíamos en la montaña.
QUINTA PARTE: REF ESTOS, REF TABERNES, REF TRIGONERO
En Benasque hicimos compras para los siguientes días, y las reparaciones
del equipo. Y dicho y hecho, la promesa hecha en la cima del ya
lejano Puigmal, se cumplió y todos nos fuimos al spa…¡¡paga Ritxar!!
Al día siguiente Oscar, un compañero de trabajo, nos acercaría a Llanos del
Hospital para continuar la travesía a través del tranquilo valle de Remuñe.
La nieve volvía a estar en perfectas condiciones, y llegar a Ref de Estos sólo
fue cuestión de encontrar la manera de bajar al valle sin quitarse los esquís.
La etapa siguiente se presentaba sencilla y aparentemente corta.
El Posets quedaba a mano y nos apetecía hacer cima. Lo que en un
principio iban a ser cuatro horas y media, acabaron siendo casi once
horas de excursión… Cuando llegamos a Viadós nos encontramos
que el pequeño refugio de invierno estaba a tope (solo entraban seis
personas), así que la etapa se alargó hasta el siguiente refugio: Tabernes.
Allí hubo cambio en la alineación: Javi, un vitoriano, se unía al
grupo, y Julián, la voz de la experiencia, decidía posponer la travesía.
También iba a ser día de cambio de recorrido. El día amaneció muy
nuboso y por razones de visibilidad preferimos no subir demasiado.
La variante elegida iba directa hacia el puerto de Urdiceto, Collado de
Trigonero, y terminaba en la cabaña del mismo nombre, la cual nos encotramos
también en plena remodelación. Aquella noche una carretilla
haría de mesa y unos sacos de cemento de colchones…
Nos acercábamos al túnel de Bielsa, nuestro siguiente depósito, y
la nieve volvía a estar en buenas condiciones. Remontamos el valle
dirección noroeste observando la ladera derecha repleta de barrancos
y restos de enormes aludes. En caso de haber tenido nieve, este punto
habría resultado muy peligroso. Siguiendo la cresta que divide el estado
francés y español acabamos en la cima del Bataillence, donde después
de un bonito descenso nos plantamos en la boca norte del túnel.
SEXTA PARTE: CABAÑA GELA, CABAÑA DE AGUILOUS, GAVARNIESusto con el depósito enterrado. El árbol que nos servía de referencia
había sido desplazado por la nieve, así que nos tocó palear
más de la cuenta para encontrarlo. Llenamos las mochilas,
y de nuevo subimos la ladera dirección oeste, en busca de la
pequeña pero confortable Cabaña Gela. A la mañana siguiente
decidimos remontar el amplio valle aprovechando la nieve, para
luego ascender la ladera oeste hasta la Hourquette de Chermentas. Sin
perder altura ladeamos hasta acceder al empinado corredor que terminaba
en la Hourquette de Héas.
Las vistas eran impresionantes,todo el macizo de monte Perdido, Marboré,
el circo de Gavarnie, Taillon , Vignemale…
La ladera opuesta estaba pelada de nieve, así que lo que debía ser un
bonito descenso terminó en una bonita caminata hasta la austera cabaña
de Aguilous. De este privilegiado mirador, ya en la jornada siguiente,
continuamos valle abajo hacia el Lac des Gloriettes, y luego a Gavarnie
donde de nuevo habíamos dejado un depósito que utilizaríamos para atravesar el siempre impresionante macizo de Vignemale.
El mes de febrero estaba acabando y nuestro tiempo también. Teníamos
que elegir el camino más directo para cumplir nuestros planes, y renunciar
a posibles cimas.
SÉPTIMA PARTE: OULETTES DE GAUBE, PIEDRAFITA, CANDANCHÚ
Lo que tendría que haber sido una cómoda aproximación por Ossoue
acabó siendo una lucha continua contra nieve costra profunda. Atravesamos
el barranco y poco a poco fuimos ascendiendo hasta llegar al ref de
Baysellance, lugar elegido para almorzar. La Orquete d´Ossoue quedaba
a un paso y la siempre espectacular cara norte del Vignemale también.
El ruido del refugio de Oulettes se oía entre la niebla pero las nubes embutidas
en el valle impedían verlo. En mitad de la bajada nos topamos
con Juan Tomás y su compañero, los guardas del refugio, que intentaban
ponerlo en funcionamiento después de unos meses de inactividad.Aquella cena y posterior sobremesa la guardaremos en el saco de los
buenos momentos ¡¡Muchas gracias por todo!!
De Oulettes pasamos al refugio de Wallon, primero por el col des
Mulets, después por el collado de Letrero, para por el collado de la
Facha bajar a dormir al austero refugio de Piedrafita. A lo lejos las
agujas de Ansabere nos señalaban el cercano final de la travesía.
Comenzaba el mes de Marzo, y una borrasca entraba en pocos días. Parecía
que ahora sí que se podía torcer el tiempo, y no podíamos quedarnos
parados en algún refugio esperando la mejoría. Además, las piernas ya
estaban hechas al esfuerzo. En dos etapas forzando la máquina terminaríamos
en Zuriza lo que un cuatro de febrero habíamos empezado cerca
del Canigó. En nuestras cabezas las pequeñas dudas y la motivación se
habían ido transformando en una huella. Esa huella se había ido haciendo
grande, poco a poco y con mucho esfuerzo. Marc Breuil lo había llamado
esquí en libertad, y eso es exactamente lo que habíamos sentido.
Las tres últimas etapas forman parte también de los mejores recuerdos
de la travesía. Habíamos ido rápidos y habíamos disfrutado del recorrido.
El último día, cuando la noche ya se nos había echado encima,
vimos unas luces al fondo del valle. Julián nos venía a recoger incapaz
de perderse el final de nuestro pequeño sueño…
Juanma y Ritxar El último collado. Esa noche dormimos en casa.



