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Altai, las montañas doradas de Mongolia

Dioni Serrano, Manuel Martínez Vallvey, Jesús Gras y Javier Selva sintieron la llamada de las montañas asiáticas de Mongolia. Hacía allí se encaminaron, y tras cruzar con bastantes penalidades el país en un viejo talabarte soviético, consiguieron ascender el Pico Malchin (4.037 metros) y el Pico Khuiten (4.374 metros).
Dioni Serrano, Manuel Martínez Vallvey, Jesús Gras y Javier Selva sintieron la llamada de las montañas asiáticas de Mongolia. Hacía allí se encaminaron, y tras cruzar con bastantes penalidades el país en un viejo talabarte soviético, consiguieron ascender el Pico Malchin (4.037 metros) y el Pico Khuiten (4.374 metros).

Algunos de nosotros aún recordamos los tiempos en los que en el pasaporte español figuraba una referencia explícita sobre la prohibición de viajar a “Mongolia exterior”, junto a otros países sospechosos.

Nada mejor que una prohibición de este tipo para aumentar las ganas de conocer esta remota región de Asia y para crear un mito en el subconsciente colectivo de muchos occidentales.

Por éste y por otros motivos hacía mucho tiempo que buscaba la ocasión de viajar a Mongolia. Luego, como siempre, la montaña como pretexto (como diría mi amigo Juan Luis Salcedo).

En este caso las remotas y poco visitadas montañas del oeste mongol, la Cordillera de Altai, conocidas como las montañas Doradas, que hacen frontera con China, Rusia y Kazajistán, de una altura modesta pero sin información de ascensiones españolas y muy pocas occidentales. Son los ingredientes perfectos para que mi cabeza comience a calentarse y el viaje vaya tomando forma.

Año tras año aplazado, por fin el verano del 2005 conseguimos formar un grupo sólido dispuesto a recorrer las estepas mongolas y sortear todos los inconvenientes burocráticos y físicos de un destino desconocido y novedoso como éste.

El país es una incógnita, la montaña aún más, no tenemos información de la dificultad que encontraremos, ni conocemos la logística necesaria para ascender a la montaña más elevada del país que es el Pico Khuiten de 4.374 m. Tan solo tenemos mucha ilusión, un mapa de Mongolia y algún teléfono de contacto en Ulan Bator...

Cuando uno decide escoger uno de estos países como destino de una expedición de montaña tiene varias posibilidades:

  • Dar a la escalada de la montaña la máxima prioridad y por lo tanto recorrer lo más rápidamente posible el camino de aproximación que nos lleve hasta ella.
  • Intentar que la montaña sea una parte del viaje y procurar que el camino que nos lleve hasta ella sea, desde la salida de casa, una larga e interesante marcha de aproximación intentando que todo cuanto en ella ocurra sea una fructífera experiencia vital. No puedo dejar de recordar los versos de Kabafis:


  • “Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias...”

Esta segunda opción, que casi siempre es la nuestra, puede sonar muy fácil y bonita pero en territorios tan remotos y desconocidos como éste, está llena de problemas. El primero y fundamental es que resulta imposible prever el tiempo de los desplazamientos y por lo tanto es muy difícil planificar el asalto a la montaña. Como el camino está lleno de eventualidades nunca sabemos si llegaremos con suficiente tiempo para ascender al pico elegido. Claro que esto se soluciona alargando un poco el calendario y quitándonos de la cabeza esa forma de viajar que es tan propia de los occidentales donde los días se miden en minutos y cualquier demora es una auténtica catástrofe.

Cada día tenemos menos tiempo para viajar o hacer una expedición y necesitamos que todo esté planificado al milímetro para rentabilizar al máximo nuestro tiempo y nuestro dinero. Mala estrategia de viaje. Mala filosofía de vida.

El caso es que nosotros en Mongolia decidimos que, a pesar de existir la posibilidad de un vuelo interior que nos depositaría cerca de nuestro destino, resultaría mucho más interesante y aventurero recorrer todo ese camino (prácticamente todo el país) por carretera, dentro de una especie de lata en forma de camioneta de la era soviética.

Y la verdad es que a pesar de ser un pequeño suplicio, teniendo en cuenta que las carreteras mongolas están en su práctica totalidad sin asfaltar y en un estado infame, creo que fue la mejor opción.

Siento realmente no haber podido hacerlo a caballo, como algunos de los viajeros que nos precedieron, sobre todo teniendo en cuenta la cultura y el aprecio que los mongoles sienten por sus caballos y las personas que los montan. Pero en fin, si el tiempo ya fue justo para hacer el camino en coche, lo del caballo tendrá que ser en la próxima reencarnación (pero queda pendiente).

En Ulan Bator contactamos con una agencia local (o algo parecido) y en un santiamén nos vimos dentro de una furgona pre-perestroika recorriendo las estepas que recorrió Gengis Kan, junto con una cocinera, una intérprete y un chofer. Un grupo multiétnico y folklórico, como el país.

Y qué decir de Mongolia, qué decir de un país que es tres veces mayor en superficie que España y tan solo tiene tres millones de habitantes (de hecho es el país del mundo con menor densidad de población).

Vamos recorriendo kilómetro tras kilómetro, día tras día sin ver prácticamente a nadie, tan solo inmensas estepas desiertas hasta donde abarca nuestra vista.

Y cielos de algodón, porque Mongolia es el país de los cielos preñados de nubes eternas que parecen surgidas de la paleta de un pintor. O de los sueños de un niño.

Paisajes inmensos, limpios, serenos, que transmiten paz y que nosotros vamos descubriendo desde las ventanillas de nuestro vehículo, entre salto y salto por los baches y algún que otro sobresalto.

De tanto en tanto, restos (más bien ruinas) de la época soviética. Ahora entiendo de verdad lo que significa ser un país satélite de una gran potencia. Ahora la gran potencia ya no lo es y el país satélite se las tiene que apañar solo. Y lo intentan, pero les queda mucho camino por recorrer.

Fuera de la capital prácticamente no existe el asfalto, ni la luz eléctrica, ni el agua corriente (de cosas como la calefacción o los teléfonos ni hablamos). Tan solo restos de un tiempo en el que los rusos, paternalmente, se encargaban de estas cosas. Aquí una fábrica parada con sus máquinas desvencijadas y oxidadas, allí un tendido eléctrico que adorna el paisaje pero que hace años que no ve la electricidad, más allá un decrépito teatro que conoció tiempos mejores (seguro que Chejov fue representado en alguna noche feliz).

Porque los mongoles son un pueblo culto e instruido, lleno de tradiciones y cultura, nómadas, pero sabios, que una vez, hace muchos años, conquistaron el mundo, y no solo por la fuerza de las armas (que también, como todos los grandes imperios).

Y después de muchas, pero que muchas peripecias con el coche conseguimos llegar a nuestro punto de destino, donde de verdad comienza nuestra aventura montañera.

Las montañas de Mongolia son como casi todas, preciosas.

Estas tienen una particularidad, están en la frontera de Mongolia, China, Rusia y Kazajistán, pero esto es solo cosa de los hombres que nos empeñamos en que todo esté lleno de líneas y alambradas. Desde la cima lo que se ve es el Macizo de Altai, las montañas Doradas en todo su esplendor. No fui capaz de diferenciar los valles chinos de los rusos o los mongoles, no eran de diferente color ni estaban llenos de tipos llegados de Marte. Todos eran igual de majestuosos y llenos de colores y gentes maravillosas.

Llegamos a nuestro campamento base en una caravana de caballos y camellos llena de exotismo tan propio de estos lugares. Estamos prácticamente solos, como era de esperar. Nuestros acompañantes por supuesto no saben nada de montaña, ni de estas ni de ninguna, o sea que nos las tenemos que agenciar nosotros para descubrir cuáles son los picos y por donde tendremos que subirlos.

Primero para aclimatar y familiarizarnos con el terreno elegimos el pico Malchin (4.037 m.), que significa pastor, y nos parece fácil y con buena panorámica sobre el Khuiten que es nuestro principal objetivo.

Todo va bien, después de tantos días metidos en la lata con ruedas esto de ascender montañas es todo un goce, para el cuerpo y para el alma.

Subimos, bajamos, lo típico de una aclimatación y por fin nos encaminamos al Khuiten. Estamos solos en la montaña y podemos elegir la ruta que más nos interese. Esta es una sensación rara. Cada vez estamos menos acostumbrados a la libertad, incluso en las montañas.

Elegir un país remoto y desconocido, una ruta llena de dudas e incertidumbres, una montaña desconocida y solitaria y poder ascenderla por donde “dios te da a entender” no es una cosa muy normal en este mundo actual, incluido el del alpinismo, donde todo esta pautado y lleno de normas, los caminos recorridos hasta la saciedad, el tiempo controlado y la incertidumbre se vive con auténtica angustia.

Pues para nosotros, Mongolia y el Pico Khuiten fue todo lo contrario. Un gran ejercicio de libertad.

Diario de viaje

31 de julio

Vuelo de Aeroflot a las 23,55 camino de Moscú. Nervios en Barajas por mi retraso . 4,30 h. de vuelo.

1 y 2 de agosto

Escala en Moscú de 13 h. bastante pesada. Volamos a las 20,30 h. local camino de Ulan Bator. 5,30 horas de vuelo. Llegada sin novedad a las 7 h. Nos esperan de la agencia. Nos alojamos en el hotel Sándwich. Por la tarde visita a Ulan Bator.

3 de agosto

Excursión a la Montaña de la Tortuga en coche de la agencia. Visita a un monasterio sin monjes. Por la tarde visita al monasterio de Gandantegchenling y a un espléndido mirador soviético sobre Ulan Bator. Después Dioni y yo visitamos la ciudad y sus almacenes.

Vuelo de Aeroflot a las 23,55 camino de Moscú. Nervios en Barajas por mi retraso . 4,30 h. de vuelo.

4 de agosto

Reunión con la agencia para negociar el plan a seguir. Fijamos todo en 1.105 USD ó 929 € cada uno hasta el día 27. Ya veremos si cumplen… Visita al Museo de Ciencias Naturales: cutre pero con dinosaurios espectaculares. Después visita a los almacenes y compras. Vuelta al hotel en taxi.

Elegir un país remoto y desconocido, una ruta llena de dudas e incertidumbres, una montaña desconocida y solitaria y poder ascenderla por donde “dios te da a entender” no es una cosa muy normal en este mundo actual, incluido el del alpinismo, donde todo esta pautado y lleno de normas, los caminos recorridos hasta la saciedad, el tiempo controlado y la incertidumbre se vive con auténtica angustia.

Pues para nosotros, Mongolia y el Pico Khuiten fue todo lo contrario. Un gran ejercicio de libertad.

5 de agosto

Salida de Ulan Bator en autobusito a las 9,30 h. camino de Karakorum donde visitamos un templo con una muralla llena de stupas, un tanto cutre. Jornada tranquila. Un pinchazo. Acampada junto al templo y un río. 1er día de coche.

6 de agosto

Salida de Karakorum con cambio de moneda en el banco. Parada en Tsetserleg para comprar en un mercado local. Encuentro comiendo con Manuel el “Sevillano” que está haciendo “Hong Kong Lepe sin avión” en unos dos meses y medio, singular. Llegamos al atardecer a un bonito volcán donde pasamos la noche. El conductor repara el árbol de levas, increíble. 2º día de coche.

7 de agosto

Salida del volcán y llegada a Tosontsengel. Segundo pinchazo. Atravesamos un lago y granizo. Acampada en una ladera con vistas maravillosas. Vivac con Manu. 3 er día de coche. Dolor de muelas.

8 de agosto

Salimos de Tosontsengel y llegamos a Tsardan. Pasamos por el lago Teltennmur con camellos. 3 er pinchazo. La carretera comienza a ser muy mala. Acampamos en un entorno idílico, ascendemos a unas peñas con panorámica grandiosa. Después de la cena, ataque de los mosquitos. 4º día de coche.

9 de agosto

Salida de Tsardan y llegada a Namir. Atravesamos el gran lago Khyargasnuur. Comemos en un garito del pueblo cutre y polvoriento llamado Naranbulag. Perdemos el camino y tenemos que vadear un río para llegar a Namir junto con un camión que se queda bloqueado a la mitad del río. Lluvia por la mañana, miles de mosquitos. 5º día de coche.

10 de agosto

Salida de Namir y llegada a Olgig. Mucha lluvia. Recogemos a una lugareña junto a un puente de un lago después de realizar un gran vado, el segundo ya. Es curioso como prepara nuestro conductor el motor para evitar que se pare en mitad del río. Es muy profesional a pesar de su edad. Muchos mosquitos. Comemos en un restaurante local del Olgig con Beck que es nuestro contacto local. Ya estamos en territorio Kazako donde apenas se habla mongol. Están sin electricidad hace diez días y las calles parecen lagos por los grandes charcos. Estas ciudades de inspiración soviética son un tanto deprimentes, se parecen en todas las partes del mundo. Nos alojamos en el ger de Beck y pasamos la noche. 6º día de coche. Intentos de llamar, nulos.

11 de agosto

Salida de Olgig y llegada a la Range Station del Parque Nacional de Tavanbogd. Aproximadamente 200 km. en unas 7 horas. Lluvia abundante. Paso por un control militar. La lluvia continúa por la tarde y Dioni se desvía con el jeep a ver a los padres de Aisak. 7º día de coche.

12 de agosto

Subida al campo base con seis caballos, cuatro con carga y dos para la intérprete (Sines), la cocinera (Heavy) y el conductor (Vainá). Cuatro horas con viento, algo de nieve y frío. En el campo base hay instaladas tres ger de alguna agencia.

13 de agosto

Ascensión al Pico Malchín de 4037 m. significa pastor. Amanece nevado en el campo base a las 7,30 h., estamos a 3º C.

Empleamos cuatro horas en subir y dos horas en bajar. Técnicamente sencillo pero muy bonito. Nieva por la tarde en nuestro campo base. Conocemos al colombiano Carlos, simpático.

14 de agosto

Comenzamos la ascensión al Pico Khuiten que con sus 4374 m. es el más alto de Mongolia. Partimos hacia el campamento de altura que montamos a 3500 m. en un riñón rocoso en medio del glaciar después de seis horas de ascensión sorteando grietas. Tarde y noche muy frías.

15 de agosto

Suena el despertador a las 5 h. de la mañana que es muy fría. A las 7 h. comenzamos la ascensión al Khuiten. Nada más salir de las tiendas, Dioni desaparece delante de mí, engullido por una grieta del glaciar. Momentos de nervios pero sin consecuencias. Después de seis horas de magnífica escalada estamos en la cima. Son la 1 h. de la tarde, el panorama que se contempla es incomparable. Toda Rusia, toda China, toda Kazastan y toda Mongolia a nuestros pies. Bajada al campamento de altura en tres horas. La tarde es magnífica y no hace frío.

16 de agosto

Descenso del campo de altura al base. Comenzamos a las 8,30 h. con calor. El glaciar está más franco. Al llegar a la morrena, Manu y Dioni continúan por el glaciar. Manu se lesiona la rodilla. Cuatro horas de bajada.

17 de agosto

Día de descanso en el campo base. Aprovecho para intentar subir un pico de enfrente que parece fácil y corto, pero no es así. Vuelta al glaciar y el lago de desagüe que me obliga a vadear algunos ríos. Agua gélida. Regreso pronto al campamento. Jesús Gras también da una vuelta por el glaciar. Conocemos a dos americanos con aspecto de borrachines que Manu dice que son de la C.I.A.

18 de agosto

Campo base y llegada a la Range Station. Adelantamos un día la bajada y cuando parece que no aparecerán los arrieros, después de una gran granizada, llegan y comenzamos la bajada a las 18 h. con un camello y tres caballos, uno para Manu que está lesionado de la rodilla (ligamentos). Llegada a las 21 h. con muy mal tiempo. Dormimos en la tienda comedor junto a unos ger de los arrieros.

19 de agosto

Desde Range Station a Olgig unas cuatro horas de furgón. Visita a la oficina de correos y a los baños públicos (1000 togrog). Nos alojamos en el mejor hotel de Olgig, El Dunan, pero no tiene ni agua ni luz, sólo dos horas por la noche gracias a un generador (10.000 T/pax).

20 de agosto

Salida de Olgig y llegada a Hord. Unas seis horas aprox. de viaje, pasamos por un lago y un puerto de montaña. Llegada a la casa de la madre de Bold que es similar a otras pero sin ger. Merece destacar la letrina “semillena”. Mientras preparan la cena damos una vuelta por el pueblo que es como todos. Tomamos una cerveza en algo parecido a un bar.

21 de agosto

Hord-Lago Dorgon. Antes de subir a Hord tenemos una pequeña tensión por el gas que se soluciona cuando aparecen con una bombona enorme. Discutimos con Bold por no llevar a su hermano en el furgón. Damos a su madre 10.000 T por la hospitalidad (¿?) y 10.000 T más al conductor por la desviación de la ruta que haremos hoy. Seis horas de viaje nos llevan al borde del lago y a una puesta de sol encantadora, si no fuese por los mosquitos.

22 de agosto

Salimos del Lago Dorgon y llegamos a unos 75 km. al oeste de Altai-Gobi. Por la mañana visitamos unas dunas en la orilla del lago. Viajamos unas seis horas y paramos en dos ger donde pudimos probar las especialidades del país: airak (leche fermentada de yegua) y queso piedra. Por la noche muchos mosquitos.

23 de agosto

De 75 km. al oeste de Altai a 120 km. al este de Altai. Comida en Altai junto a cuatro policías que demuestran su autoridad con su volumen. El pueblo es igual que todos. Para cenar preparamos una tortilla española que parece que tiene más éxito entre los locales que entre nosotros. Tomamos vodka. Preguntas de los mongoles sobre nuestra vida…

24 de agosto

De unos 120 km. al este de Altai hasta Bayanhongor, 4º pinchazo. Nuestra intérprete nos comunica que una avería en la distribución de la furgoneta nos impide continuar sin una pieza de recambio, intentarán conseguirla mañana. Momentos de tensión en el grupo, diferentes opiniones sobre la situación.

25 de agosto

De Bayanhongor al pie del Khankhogshin. Vainá consigue la pieza sobre la 1 h. después de bastante tensión en el grupo. Rulamos por el mercado y luego visitamos el Museo de Historia Natural. Está curioso, aunque como todo en este país le queda mucho (nota de Dioni en el libro de registro: “parece el paisaje después de una batalla…”). Vainá emplea dos horas para reparar la avería. Tres horas más de viaje y acampamos en un agradable circo granítico. A las 4,30 h. de la madrugada recibimos la desagradable visita de seis mongoles borrachos en un coche. Buen comportamiento de nuestra gente.

26 de agosto

Salida del pie de Khankhogshin hasta Khogno Khan (a 240 km. de Ulan Bator). Paramos a visitar un monasterio por sugerencia de Gras, pero es tan cutre que continuamos el viaje sin verlo.

27 de agosto

De Khogno Khan a Ulan Bator. Tenemos el 5º pinchazo. En un control, llegando a Ulan multan a nuestro conductor con 20.000 T por no llevar el permiso de transporte de turistas (por supuesto las pagamos nosotros). Comemos todos juntos a la llegada a la ciudad (5 h.) nos cuesta 72.000 T, les entregamos la propina que es de 120.000 T (unas 12.000 ptas.). Salimos al Facc Club.

28 de agosto

Compras en el “mercado negro” con chinos. Intento de robo a Dioni, nervios y agobio. Comida con chinos y compras en los grandes almacenes que estrenan las rebajas. Preparativos del equipaje.

29 de agosto

Nos levantamos a las 6 h. y cogemos el avión a las 9,10 h. Llegada a Moscú siete horas después. Escala de ocho horas en Moscú.


Mongolia

Mongolia es un país interior, sin salida al mar. Es uno de los territorios más desconocidos y menos visitados del mundo debido a que ha permanecido cerrado hasta hace pocos años. Sin embargo, el país ofrece bellos espacios para quienes gustan de la aventura y de las culturas nómadas. Cuenta, además, con picos y cumbres, ideales para los amantes de las ascensiones. Está dominado por estepas y montañas al norte y oeste, y el Desierto de Gobi al sur. La altitud media es de 1580 m sobre el nivel del mar. La superficie es de 1.566.500 km², cerca de 3 veces el tamaño de España. Es el país número 18 más extenso en el mundo y se localiza entre las regiones de Asia Oriental y Asia Central. Está situado entre Rusia, al Norte y la República Popular China, al Sur. Su capital es Ulan Bator, en donde radica un tercio de la población total.

Procede del antiguo Imperio Mongol que dominó gran parte de Asia durante el siglo XIII, pero que posteriormente perdió su independencia y fue asimilado por Manchuria durante el final del siglo XVII hasta 1911, pero su independencia fue breve, ya que en 1919 las tropas chinas ocuparon la capital de Mongolia, y en 1921 se pudo independizar con la ayuda de Rusia. Posteriormente en 1924 se proclama la República Popular de Mongolia, y adoptaría políticas comunistas y un acercamiento a la Unión Soviética. Con la caída del comunismo en el país en 1990, adopta una constitución democrática en 1992 y marca la transición a la democracia, con la que el país se renombraría como Mongolia.

Mongolia tiene 2.830.000 habitantes, de los cuales casi un tercio (960.000) viven en la capital, Ulan Bator. En total, casi la mitad de la población vive en las ciudades. En las zonas rurales, los asentamientos agrícolas han comenzado a reemplazar a los grupos seminómadas. Con un promedio de menos de 2 habitantes por km², Mongolia es el estado soberano con menor densidad de población en el planeta.

Un 90% de los habitantes son de la etnia mongol, con una minoría de otras etnias túrquicas como el kazajo. El budismo tibetano es la religión mayoritaria del país, siendo junto con Bután las únicas naciones independientes donde esta religión es predominante.

La región central de Mongolia consiste principalmente en estepas relativamente planas. La fracción sur del país está situada en el Desierto del Gobi, mientras que las zonas norte y oeste son de carácter montañoso. El punto más alto de Mongolia es el monte Khuiten, con 4.374 metros situado en los montes Altai.

El clima de Mongolia es continental, con una gran amplitud térmica: la mayor parte del país sufre altas temperaturas en su corto verano, y un tremendo frío en el prolongado invierno, pudiendo las temperaturas descender hasta los -30°C. Ulan Bator, es la capital de estado con la temperatura media anual más baja en todo el mundo.

Las precipitaciones son mayores en el norte del país (entre 20 y 35 centímetros anuales), y menores en el sur (entre 10 y 20 centímetros anuales), llegando a ser casi nulas en algunas secciones del Gobi.


Texto y fotos: Javier Selva
Fotógrafo profesional, productor, publicista, alpinista, expedicionario. Licenciado en sociología. Fundador de Selva Producciones SL, productora dedicada al mundo de la imagen dentro de la empresa. Múltiples expediciones por montañas de todo el mundo, le han llevado a ser productor, realizador y guionista de muchos audiovisuales, como “Alaska: monte Logan”, “Sueños Árticos”, “Península Antártica”, “Desde Rusia con amor, 1ª ascensión nacional al Khan Tengri”, “Himalaya indio”, entre otros.


Mongolia y el Pico Khuiten son un gran ejercicio de libertad








Tags: Alpinismo

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Comentarios

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7 comentarios

7. adam west - 05 Jul 2009, 12:16
nomada72, a ver cuando nos cuentas algo que has hecho tu, que seguro que es la ostia...

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6. patusi - 15 Jun 2009, 12:30
enhorabuena, creo que no hay que confundir ego con compartir, yo os agradezco que compartais vuestra experiencia, de hecho espero ir pronto a Mongolia que es un lugar soñado para mi. Gracias.

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5. jomago - 15 Jun 2009, 12:26
Si que es cierto que tiene un cierto tufillo a Sebastíán Alvaro, pero no seáis tan duros. Es bueno además como dice Mijares que se divulgue información sobre otras cosas, medio viaje, medio alpinismo... sin prisas ni pretensiones.

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4. ErnestoMm - 15 Jun 2009, 10:20
Coincido con nomada, estos no subieron montañas pero tampoco se tiran tanto el pisto. http://www.losborricos.com/index2.htm

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3. nomada72 - 14 Jun 2009, 18:41
El que ha escrito esto es un flipao y no le ha servido de nada hacer ese viaje, bueno si, para añimentar su ego. Patetico

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2. archi - 12 Jun 2009, 14:48
Que recuerdos, en el 2005 y el 31 de julio volabamos a Moscu, en nuestro caso a Domodedovo, para ir al Pico Comunismo, y volviamos tambien el 30 de agosto, que no estuvieramos en el mismo avión.

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1. Jose Mijares - 12 Jun 2009, 11:05
Muy bueno Javier. Aire fresco. Que harton de 8-miles

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