Una caminata de cabo a rabo por todo el Valle de Remuñe da para mucho, a parte de la gran belleza del paraje, un alma receptiva a la apertura de nuevos itinerarios vibrará a cada paso, en cada recodo. El futuro se intuye brillante. Descubrí muchas paredes interesantes, el Maupás que poco más tarde iríamos a escalar; las paredes situadas sobre el Ibonet de Remuñe, que poco más tarde también ascendimos; un increíble gran diedro de 200 metros dónde materializamos la magnífica “l’Antre de Fafner”, para mi gusto de lo mejorcito del valle. Pero de entre tantas paredes llamó poderosamente mi atención una cresta, y eso que no es un tipo de escalada que me atraiga demasiado, pero esa si que me atrajo. Una serie de grandes torreones dispuestos a modo de inmensa hilera de dominó, agujas ciclópeas alineadas que hacían presagiar una buena escalada vertical, entrecortada por bastantes rápeles vertiginosos. Parecía una buena opción para pasar un bonito día en montaña, sólo un punto oscuro (pero importante): todo el conjunto estaba a contraluz y no se apreciaba bien la calidad de la roca, aunque viendo el resto de paredes de Remuñe, cabía esperar la calidad suprema. Tras hacer varios itinerarios por los alrededores tuve la ocasión de contemplarla desde varios puntos y realizar algunas fotografías que servirían para hacerse una idea de la longitud, dificultades, escapes… El siguiente paso era enterarse si había sido recorrida con anterioridad. Recurrí a mis contactos en el Valle de Benasque, buenos amigos y buenos conocedores de la montaña, y al parecer sólo en parte se conocía su recorrido. El caso de las crestas es como el de las canales de nieve o algunas cascadas de hielo, nunca estás totalmente seguro si fuisteis los primeros o no.
Sólo hacía falta un compañero, así que le comenté a Quique Rabasón si le apetecía realizar una sencilla ascensión por una crestita sin complicaciones, seguramente que para la hora de comer ya estábamos abajo, poca cosa.
Empezamos la cresta en el punto más bajo y por dónde parecía más apetecible y, poco a poco, fuimos ascendiendo uno tras otro los numerosos largos y superando más obstáculos de los esperados. La apacible mañanita se convirtió en todo el día y sólo llegamos hasta la mitad. Hasta aquí encontramos roca de todo tipo, aunque tirando a malilla. El cálculo de longitud se quedó bastante corto y en un colladochollo con canal de bajada sin problemas, dejamos todo el material para regresar un par de días más tarde. En esta segunda ocasión nos acompañó Óscar Alemán para terminar la faena. El granito dio paso a los esquistos y si la roca no había sido muy buena, a partir de ahora fue peor y con algún tramo expuesto.
En la cima de Roques Trencades (buen nombre) dimos por finalizada la ascensión, pero recomiendo vivamente, ya puestos, continuar la arista hasta la cumbre de la Peña de Literola, por una arista de buen granito.
Dejamos algún parabolt y algún clavo, aunque prácticamente podríamos considerarla desequipada. Creo que es un itinerario para cresteadores bastante familiarizados con la escalada y un poco habituados a la roca mediocre. En algunos lugares son posibles diversos itinerarios, pero si queremos aprovechar los seguros fijos dejados tras la primera ascensión habrá que seguir la reseña al dedillo. Por otro lado, el ambiente en el que se desarrolla la escalada es grandioso e inolvidable.
Cresta de las Canaletas. 1.000m V+ (V oblig.)
1ª ASCENSIÓN: 2.009 Quique Rabasón, Oscar Alemán y Luis
Alfonso.
MATERIAL: friends nº 0,0 al 3,5 y, opcionalmente, algún clavo
plano y extraplano.
EQUIPAMIENTO: algunos parabolts y clavos.
OBSERVACIONES: gran ascensión en un magnífico cuadro
de montaña con vistas espectaculares. Se trata de un espolón y una
larga cresta que asciende hasta la cima de Roques Trencades, aquí
podemos dar por concluida la ascensión o continuar por la Arista Este
hasta la cima de la Peña de Literola. contar con un día muy largo e ir
rápidos o plantearse el vivac. Lástima de la calidad bastante mediocre
de muchos tramos de roca.
Iniciamos la escalada por un espolón, siguiendo un diedro evidente,
situados a la derecha de una pequeña brecha. Muchos itinerarios
son posibles, pero éste parece tener la continuación más lógica. Mucho
cuidado en los dos primeros largos por la cantidad de bloques
sueltos. En la segunda mitad de la vía, casi todas las dificultades son
escaqueables, pero la vía sigue casi en todo momento el filo de la
arista.
METROS: 60, 55, 55, 70, 50, 50, 50, 55, 60, 60, 60, 60, 20, 35,
55, rápel de 20m, 55, 35, rápel de 12m, 35, rápel de 15m, 40, tramo
de II sin encordar, 25, rápel de 15m, 40, tramo sin encordar, rápel de
30m y 60.
ACCESO: seguir el camino principal del Valle de Remuñe hasta
llegar a una zona llana y que cuenta con algunos abrigos-vivac
(l’Antre de Fafner), acondicionados bajo bloques. Aquí encontraremos
un puente, por el que cruzaremos el torrente. Para situarnos bajo la
cresta de las canaletas, dirigirnos hacia la izquierda (ya sin camino).
Rodearemos la primera zona rocosa y nos introducimos en una gran
canal de hierba, al final atravesar hacia la izquierda para situarnos en
el lomo que sirve de base a la arista (1,30 h).
DESCENSO: Desde el final de la cresta de las canaletas, y
siguiendo una diagonal herbosa, también podemos descender en dirección
al Ibón de Remuñe. Desde la cima de la Peña es posible bajar
hacia el Sur, por hierba, y dando un rodeo, volver a alcanzar la cresta
para bajar hacia el Ibón de Remuñe.
Si subimos hasta la cima de la Peña de Literola, bajar hacia el sur,
por pendientes herbosas, hasta enlazar bastante abajo, con el camino
del Valle de Literola (vertiente contraria). Seguirlo hasta la carretera,
2,5 km más abajo de dónde habíamos estacionado.
INFO: más información sobre esta y el resto de escaladas en el
valle “Escaladas junto al Ésera, volumen 2”, de Luis Alfonso.