Seb Berthe escala en libre Dawn Wall, El Capitan. 32 largos, 9a
Tras Tommy Caldwell, Kevin Jorgeson y Adam Ondra, el belga consigue escalar la vía de pared más difícil del mundo: Dawn Wall, El Capitan, Yosemite.
Tratamos de la diferencia entre peligro y riesgo, explicamos los peligros subjetivos a los que podemos estar expuestos y cómo evitarlos.
Hoy llega el turno a los peligros subjetivos en la escalada deportiva. Es el tercero y último de los 3 artículos que estamos publicando sobre seguridad en escalada deportiva.
Son artículos totalmente actualizados y reformados que, en su primera versión, escribió Pep Soldevila, hace más de una década, para nuestra revista Cuadernos Técnicos, y que, en aquella época, ya fueron publicados en nuestra web.
Buena parte de la evolución de la escalada hasta los límites actuales proviene del nacimiento de la escalada deportiva a principios de los años 80 del pasado siglo.
¿Por qué? Porque, al reducir el riesgo que la escalada comporta, exponiéndonos menos a situaciones de peligro, podemos intentar un nivel de dificultad en roca superior al nuestro afianzado, hasta que lo dominamos, sin miedo a caernos alguna vez.
Los anclajes fijos de deportiva no solo implican una disminución del riesgo; la carga emocional del alpinismo que conlleva saber que, en caso de caída, podemos acabar perjudicados, se elimina, y permite rendir al máximo.
Pero aquí hay un problema. Este aparente control del riesgo nunca es total. La escalada deportiva tiene un cierto nivel de peligro. Un peligro que, al no manifestarse continuamente, hace que con el tiempo nos confiemos.
Durante la práctica de la escalada deportiva hay situaciones peligrosas que, desgraciadamente, a veces terminan en accidentes. Algunas veces de poca importancia, otras graves o incluso mortales.
Estos artículos pertenecen a nuestra sección redescubre tu seguridad.
En ella podéis encontrar muchos artículos de alpinismo, escalada, esquí de travesía, hielo, trail running, trekking y montañismo referentes a importantes temas relacionados con la seguridad en la montaña.
Esperamos que la disfrutéis y, sobre todo, que os sea útil.
Antes de empezar, vamos a recordar la diferencia entre peligro y riesgo. Porque, a pesar de que la gestión del riesgo es la base de las actividades de montaña, suele confundirse.
Ignorar esta diferencia puede llevar a pensar que la superación de peligros significa que no puede gestionarse el riesgo que asumimos.
Por ejemplo: si vemos una vía con peligro claro de caída de piedras y ante las condiciones decidimos no entrar en ella y alejarnos de su base a una zona segura, el peligro de caída de piedras sigue siendo el mismo, pero nuestro riesgo es cero.
Es decir: el riesgo tiene en cuenta la exposición y la vulnerabilidad frente a un peligro, y lo podemos gestionar. Según el grado de peligro, lo evitaremos completamente o lo afrontaremos con las técnicas adecuadas que lo minimizan.
RIESGO= PELIGRO x EXPOSICIÓN x VULNERABILIDAD
Son los dos grandes tipos de peligros que podemos encontrar en escalada. Todos los peligros pertenecen a alguno de estos dos grupos, aunque cabe decir que el límite entre los dos no siempre es preciso, tal y como veremos en algunos ejemplos.
Son aquellos que no dependen directamente del escalador, por tanto no podemos estar seguros de evitar, pero sí hemos de intentar prevenir.
Son aquellos que dependen directamente del escalador, por tanto podemos estar seguros de controlarlos con nuestra actitud, si hacemos las cosas correctamente.
Este artículo trata sobre los principales peligros subjetivos a los que nos podemos ver expuestos durante la práctica de la escalada deportiva.
Las situaciones peligrosas que dependen directamente del escalador o escaladora son, quizás, las más frecuentes.
En el caso de la escalada deportiva, actividad que, como vimos en el artículo anterior, es mucho más segura en cuanto a los peligros objetivos que el alpinismo o la escalada clásica (caída de piedras, roturas de roca, etc), podríamos decir que los peligros subjetivos suponen entre un 80 y un 90 por ciento del total.
Esta realidad es un arma de doble filo: por un lado, podemos controlar estas situaciones totalmente; por otro lado tenemos que ser conscientes de que, si cometemos un error, las consecuencias pueden ser graves.
Es importante tener siempre presente que, en el control de las situaciones peligrosas subjetivas, el factor crítico es nuestra capacidad de estar atentos en todo momento, de observar todo lo que pasa a nuestro alrededor y darnos cuenta de posibles situaciones peligrosas que pueden acabar en accidente.
No hay que confundir este estado de alerta permanente con estar tenso ni estar angustiado. De hecho, un exceso de tensión puede llevarnos a no detectar un posible problema, al igual que lo puede hacer un exceso de relajamiento.
A partir de esta actitud de atención y alerta, las herramientas de las que disponemos para actuar correctamente son nuestro conocimiento técnico y nuestro sentido común. Tenemos que establecer buenos hábitos, de forma que una falta de atención puntual no suponga un problema porque anteriormente, y de una manera automática, habremos actuado en prevención.
Vamos a ver cuáles son las situaciones subjetivas potencialmente peligrosas y cómo las deberíamos gestionar para no sufrir accidentes. Además de que buenos hábitos podemos tomar para minimizar riesgos en cada caso.
Elegir el compañero no debería ser algo banal. La persona que nos asegura tiene nuestra vida en sus manos, y esto debería hacernos actuar en consecuencia.
Es habitual, en las zonas de escalada populares, un ambiente relajado en el que a menudo gente que no conocemos de nada se presta a asegurarnos o pide que los aseguremos. Algunos accidentes graves han sido causados directamente por quien asegura. Conocer a la persona no evitará el accidente, pero sí nos puede hacer decidir si queremos que nos asegure o no.
Es verdad que, en escalada deportiva, sobre todo a partir de cierto grado, la forma de progresar es a base de intentar el paso y caer hasta que sale.
Pero tiene que ser algo gradual. Escoger una vía demasiado por encima de nuestras posibilidades puede ser peligroso, ya que si vamos al límite constantemente podemos sufrir caídas en cualquier lugar, incluso en los tramos en que no lo deberíamos hacer, que muchas vías, por muy deportivas que sean, presentan. Si avanzamos poco a poco, probablemente una caída pueda afectarnos en los puntos clave de la vía, que estarán preparados para ello.
Si la vía está bastante por encima de nuestro nivel, nos veremos en situación comprometida en los chapajes, lo que puede ser especialmente peligroso en los primeros seguros.
El asegurador no debe posicionarse ni demasiado lejos de la pared, ni demasiado cerca. Una buena distancia son unos dos metros, aunque en los primeros seguros debería ser menos, y al final podría ser más.
Si el asegurador se coloca demasiado lejos de la pared, puede ser desequilibrado y arrastrado en caso de caída, especialmente en los primeros metros de vía. Si el asegurador se coloca demasiado cerca, no será capaz de seguir visualmente la escalada del primero, y quizás no reaccionará adecuadamente ante una caída. Ya veremos más adelante que significa esto y qué consecuencias puede tener en el párrafo "aseguramiento".
Como comentamos en el segundo artículo, dedicado a los peligros objetivos, como prevención frente caída de piedras, el asegurador debería tener el buen hábito de alejarse un poco de la vertical del escalador, y llevar casco.
El nudo de ocho doble es el que deberíamos hacer siempre para encordarnos.
No solo es por su seguridad; a diferencia de otros no trabaja contra sí mismo. También porque es muy fácil de hacer -lo que limita errores- y, sobre todo, muy fácil de comprobar visualmente. Es muy difícil no darse cuenta si hay un error en el nudo. Además, no tiene tendencia a aflojarse.
Pero eso sí: todo esto ocurre si queda bien “peinado”. Y para ello, después de hacerlo, a veces tendremos que “peinarlo” nosotros. Aprender a hacer sin cruces de cuerda repartirá mejor la energía en caso de caída, y será más fácil de deshacer después.
Por costumbre que tengamos de hacerlo, por fácil que parezca, hay que concentrarse al hacerlo y chequearlo siempre. Para ello, es necesario silencio durante la ejecución del nudo. No hablar y pedir que no nos hablen favorece la atención en ese momento crucial.
La seguridad debe ser redundante. Y para ello, hay que adquirir la costumbre de que cada miembro de la cordada chequee el nudo de su compañero antes de ponerse a escalar. Si queréis ver la maniobra completa de comprobación del compañero, aquí tenéis un vídeo de la gran escaladora francesa Julia Chanourdie demostrándolo.
Por cierto: el nudo de "seguridad" que algunos escaladores se hacen con el sobrante de cuerda es completamente inútil ya que se deshace con mucha facilidad. En vez de eso, lo que tenemos que aprender a hacer es el nudo con la longitud correcta de cuerda, de manera que nos sobren unos diez o quince centímetros.
Ha habido muchos accidentes graves, algunos mortales, por haber hecho mal el nudo. En la gran mayoría de casos se trata de escaladores experimentados que han hecho el nudo infinidad de veces; es obvio, por tanto, que ha habido una falta de atención. Lynn Hill, por ejemplo, sufrió una caída desde la reunión hasta el suelo en una vía en Buoux con consecuencias graves. No es la única.
Algo fundamental. Tanto mosquetón como aparato deben funcionar correctamente y sobre su eje.
La colocación del aparato de seguro tiene que hacerse en el anillo ventral del arnés. No se debe colocar el aparato uniendo la cintura y perneras con un mosquetón de seguro. Muchos arneses destacan con un colorido vivo el anillo ventral, para evitar confusiones.
La orientación del aparato debe ser la correcta. Podemos dar un tirón seco en la dirección del escalador para comprobar que bloquea correctamente.
La comprobación redundante entre componentes de la cordada incluye el chequeo de la correcta posición del asegurador.
Hacer un nudo simple en la punta de la cuerda, y mejor aún si lo hacemos en la funda de la misma, es otro buen hábito que podemos tomar antes de escalar. Esto impedirá que al descolgar el compañero, la cuerda salga fuera del aparato de seguro si la vía es excesivamente larga para la longitud de la cuerda.
Este tipo de accidente, fácilmente evitable con el hábito de hacer el nudo, se ha dado muchísimas veces. Quizás es el accidente más común. Tomar este buen hábito implica tomar el hábito paralelo de deshacer el nudo de la punta cuando queremos retirar la cuerda.
¿Os habéis has preguntado de qué sirve la cuerda antes de que el primero haya llegado al primer seguro? La respuesta es obvia: de nada.
El primero de cuerda puede caer por muchos motivos antes de haber chapado el primer anclaje: una rotura de presa, un pie que resbala, un error técnico, falta de fuerza en un movimiento…por eso la parada es un buen hábito que deberíamos practicar siempre durante los primeros metros y antes de que el primero haya chapado nada.
Esto no es más que la técnica de protección que se utiliza en el boulder, y consiste en cubrir la espalda del compañero con los brazos semiflexionados, para amortiguar un poco la posible caída, y sobre todo evitar que caiga de espaldas en el suelo. Si utilizamos esta simple técnica debemos prever también que el primero no nos haga daño en caso de caída.
También podemos utilizar una pértiga para chapar. Permite, en muchos casos, pasar la cuerda por el primer seguro desde el suelo.
Si alguien va a repetir la vía, deschapando la cuerda de la segunda y tercera cintas mientras nos descolgamos, al tirar de la cuerda para recuperar quedará automáticamente pasada por la primera cinta.
Los primeros y mejores hábitos en cuanto a la seguridad son la atención constante del asegurador y la comunicación entre asegurador y escalador.
Aún así, vamos a describir algunas situaciones que pueden agravar las consecuencias de una caída y, por lo tanto, debemos evitar.
Ocurre a menudo fortuitamente, así que si no utilizamos un mosquetón especial que resuelva el problema, deberemos estar atentos y corregirlo. Pero la recomendación es emplear siempre un mosquetón direccional.
Hacer el rotpunkt a una vía difícil es genial, pero no vale la pena arriesgar una caída en un chapaje alejado con aterrizaje dudoso para conseguirlo. Es decir que si nos sentimos demasiado al límite, deberíamos agarrarnos a la cinta, particularmente si pensamos que la caída puede ser fea.
Supone una situación peligrosa. Si caemos en ese momento, la tensión de la cuerda nos hará bascular el tronco hacia atrás, y provocará una caída boca abajo y de espaldas, con el riesgo evidente que ello conlleva.
La prevención pasa por poner mucha atención para evitar esta situación. Esto lo debe hacer tanto el propio escalador, como el compañero que asegura, que a menudo se da cuenta antes que el escalador. Llevando casco podemos minimizar las consecuencias si este tipo de accidente se produce.
Si chapamos la cuerda de modo que viniendo del arnés, entre en el mosquetón por fuera, por la parte alejada de la pared, la cuerda puede salirse del mosquetón en caso de caída. La cuerda siempre debe entrar por dentro del mosquetón, por el lado de la pared.
Si chapamos la cuerda, y después nos movemos lateralmente, siempre deberíamos orientar el gatillo del mosquetón por el que hemos pasado la cuerda del lado contrario hacia el que nos movemos. La cuerda también puede salir del mosquetón en caso de caída si no tenemos en cuenta esto.
El gatillo del mismo debería mirar siempre hacia fuera. En caso contrario el mosquetón puede salir con el simple movimiento de la cuerda, cuando ésta empuja la cinta hacia arriba. La goma de fijación, que tan aconsejable es en el mosquetón que engancha la cuerda, si también se coloca en el mosquetón que va a la chapa puede favorecer esta situación peligrosa, ya que hace más rígido el conjunto. Esta goma sólo la deberíamos colocar en el mosquetón inferior de las cintas.
Puede suponer un riesgo al que hay que estar atento y a menudo se soluciona con un simple movimiento de cuerda con la mano.
Un buen aseguramiento es muy importante a la hora de evitar un alto porcentaje de los accidentes que ocurren en escalada deportiva. Y la clave es que sea lo suficientemente dinámico. La misma caída, asegurada de una manera estática, o dinámica, puede tener consecuencias radicalmente diferentes.
Un aseguramiento estático significa que el asegurador detiene la caída en seco. Se provoca una gran fuerza de choque y, sobre todo, que el escalador haga un péndulo con violencia contra la pared. Una forma incorrecta de asegurar que ha provocado muchísimos accidentes, que suelen concretarse en lesiones del tren inferior. Desgraciadamente, hay innumerables ejemplos de esto.
Un buen aseguramiento debe ser dinámico. Esto significa que el asegurador, en caso de caída, acompaña el movimiento de ésta con el propio cuerpo, dejándose tirar por la cuerda, y llegando a saltar hacia arriba si conviene. La fuerza de choque generada en el arnés y el anclaje es menor, y sobre todo, es mucho menor la fuerza de péndulo contra la pared.
Es decir: la clave de un aseguramiento dinámico es la actitud del asegurador. Deberá sincronizar el momento en el que el escalador llega al punto más bajo de su caída con el inicio de su acompañamiento del movimiento, dejándose llevar y saltando hacia arriba. Es otro motivo por lo que no deberíamos dejarnos asegurar por cualquiera.
Pero, ¡cuidado! En los 2 ó 3 primeros seguros, según la distancia, hemos de estar atentos a que un excesivo dinamismo no suponga que, en caso de caída, el escalador toque el suelo. Debemos regular muy bien.
Además del dinamismo en la caída, al asegurar deberíamos tomar el buen habito de conservar siempre la mano inferior en la cuerda. Es decir: a no tenerla en el aparato asegurador. En caso de caída, por reflejo puede agarrase éste con fuerza, bloqueando la leva del aparato. Es uno de los accidentes más frecuentes con el uso del Grigri.
Si queréis ver en imagen cómo se asegura de forma dinámica, aquí tenéis a Chris Sharma en un vídeo en el que lo explica de forma muy clara.
Las cuerdas con la fuerza de choque más baja son más elásticas, y ofrecen por tanto recepciones más suaves. Las cuerdas van perdiendo elasticidad con el tiempo, así que las cuerdas más nuevas siempre se comportan mejor.
Utilizando cintas largas y evitando ángulos pronunciados en la cuerda, conseguiremos menos rozamiento, y que de verdad trabaje toda la longitud de la cuerda. Este efecto no obstante, se hace más patente cuanto más larga es la vía, y es poco importante en caídas relativamente cerca del suelo.
Si el escalador es sensiblemente más pesado que el asegurador, esto por sí solo añade dinamismo a la caída, ya que el asegurador se verá arrastrado en caso de caída.
Si el escalador es mas ligero que el asegurador, este último debe estar especialmente atento a provocar dinamismo a la caída.
Un exceso de diferencia puede ser peligroso en las primeras cintas, pues por contrapeso un escalador más pesado que el asegurador puede tocar tierra en caso de caída, y el asegurador puede salir disparado hacia arriba y golpearse.
La maniobra de abandono es relativamente sencilla. Simplemente chaparemos un mosquetón o un maillón del seguro en el que estamos y pediremos al compañero que nos descuelgue, limpiando las cintas inferiores. El mosquetón abandonado hay que colocarlo entre la roca y la cinta de la que estamos colgando al hacer la maniobra.
Ocurre que, al bajar de un solo punto, en caso de que éste fallara el accidente está servido. Pero hay que decir que es una posibilidad muy remota, que podremos haber evitado si hemos tenido en cuenta las preocupaciones ante peligros objetivos (chapa en mal estado, mal colocada, mosquetones con exceso de desgaste, etc) que vimos en el anterior artículo de la serie, dedicado a los peligros objetivos en escalada deportiva.
Las alternativas para no correr este riesgo son varias: sacrificar un segundo mosquetón, abandonándolo en el anclaje inferior, destrepar la vía con cuidado, o bien efectuar una vía vecina de menor dificultad y desde ésta limpiar el material.
Una vez llegados a la reunión, tendremos que proceder de manera diferente si nuestro compañero quiere escalar en top rope, quiere escalar de primero, o no quiere hacer la vía y por lo tanto debemos desmontar.
La seguridad redundante es el criterio que debe primar en los tres casos: es decir no confiarnos nunca a un solo punto. Esto vale tanto para el montaje de un top rope, como para la maniobra de colgarse a la reunión para pasar la cuerda por la anilla o mosquetón que ésta dispone.
En cuanto al montaje de reunión, esta seguridad redundante significa que siempre deberíamos colocar dos cintas express con los cierres orientados de manera opuesta, por donde pasa la cuerda.
Las cintas deben estar colocadas directamente sobre las chapas de reunión. Para que el conjunto trabaje bien deberíamos alargar convenientemente alguna de ellas, de manera que los mosquetones por los que pasa la cuerda se sitúen a la misma altura y tocando el uno al otro.
Si disponemos los mosquetones algo separados y a una altura parecida provocaremos rizos en la cuerda, que pueden llegar a ser muy molestos, incluso a imposibilitar del todo la escalada. Para prevenir esta situación podemos utilizar una cinta montada con dos mosquetones de seguridad en la posición más alta, por donde trabajará por tanto la cuerda, y añadir una cinta normal redundante, en posición más baja. De esta manera evitaremos la formación de rizos y mantendremos la seguridad a un nivel muy alto. En esta foto podéis ver el sistema.
Nunca instalar el top rope directamente en el mosquetón de reunión: esta mala práctica conlleva un desgaste exagerado y acelerado del mosquetón.
Al desmontar la vía una vez llegados a la reunión, deberíamos:
Debería ser suave y constante, teniendo en cuenta las irregularidades de la pared, especialmente los bordes de los techos, donde una velocidad excesiva o una detención repentina pueden suponer que el escalador que se descuelga se golpee y lesione. De nuevo es importante la buena comunicación.
Comprobar que tenemos suficiente longitud de cuerda es muy importante. El nudo en la punta de la misma, o mejor, anudado a la funda, evitará el accidente si la cuerda se queda corta. Es pues un muy buen hábito.
La recepción final es el momento crítico, por tanto debería ser especialmente suave y controlada. Ramas de árboles o grandes rocas pueden ser un peligro evidente, que fácilmente evitaremos si nos descuelgan lentamente. Es especialmente importante la comunicación en este momento.
El péndulo violento que se produce hacia atrás, cuando en vías desplomadas el escalador que se descuelga quita la ultima cinta a limpiar, es peligroso, ya que si hay árboles o rocas altas a pie de vía el escalador se verá proyectado con fuerza contra ellos. Para evitar esto podemos dejar la primera cinta y pasar nuestra cuerda por ésta. Esto nos condiciona a sacarla posteriormente escalando desde el suelo, con el compañero protegiéndonos la espalda con la técnica de la parada.
Los primeros metros son los críticos. En caso de caída, el escalador puede tocar suelo, si el asegurador no está muy atento y no da suficiente tensión a la cuerda. Debemos pensar que cuanto más larga sea la vía más se estirará la cuerda en caso de caída, por lo tanto más peligrosa será la situación.
Por lo tanto, en los primeros metros, y especialmente si éstos son difíciles y la vía es larga, deberíamos asegurar con tensión, sacando un poco de peso al escalador, aunque puede que a éste no le guste.
Lo más importante es prevenir el latigazo en la caída, tanto para quien retira la cuerda como para otras personas cercanas.
Lo primero, deshacer el nudo de seguridad de final de cuerda.
Avisar a todos quienes estén alrededor, y dejar tiempo para que la gente se aparte. Si hay alguien escalando en la vía del lado deberíamos esperar.
Tirar de la cuerda, apartándonos claramente de la vertical. Aparte del latigazo de la propia cuerda, también podemos recibir la caída de piedras que la misma cuerda pueda arrastrar al caer.
Siempre deberemos estar también atentos a la misma maniobra practicada por cordadas vecinas. Principalmente porque no todo el mundo avisa.
Tienda web: www.barrabes.com
Tiendas Barrabes: Barcelona, Benasque, Bilbao, Jaca, Madrid O'Donnell, Madrid Ribera de Curtidores, Zaragoza
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