Ueli Steck: crónica de su cima sin oxígeno en el Everest

El suizo envía una larga crónica sobre su lo ocurrido durante su rápida cumbre en el Everest sin oxígeno; cómo supo aprovechar que los sherpas no habían tirado toda la cuerda hasta cima para poder adelantarse a las expediciones comerciales, que le habrían imposibilitado el intento, y cómo disfrutó de un día perfecto en lo meteorológico. Además comenta sus impresiones sobre el uso de oxígeno y la situación del techo del mundo con sus aglomeraciones

“Hay pocas cosas en la vida de un alpinista que deberían ser hechas. Para mí, una de estas era el ascenso del monte Everest. Era uno de los objetivos que quería conseguir como escalador y alpinista.

El monte Everest es el punto más alto del planeta. En ningún lugar el aire es tan leve como en el Everest. Es el tercer Polo. Ascender una vez al techo del mundo ha sido siempre una idea que rondaba mi cabeza.

Sin embargo, estaba asustado. Desde el punto de vista comercial, esta montaña está literalmente masacrada. En ella se ha desarrollado un gran negocio en los últimos años. Un negocio enfocado principalmente para aquellos clientes que alcanzan la cima por cuerdas fijas y con oxígeno. Sin oxígeno, se han registrado 142 ascensiones. Un pequeño porcentaje, considerando que casi 6000 cumbres han sido realizadas.

Desde Loretan y Troillet (1986), ningún otro suizo ha alcanzado la cima del Everest sin oxígeno, regresando al campo base. Esto me fascinaba. Muchos alpinistas potentes necesitaron diferentes intentos para conseguir la cumbre, sin usar ese magnífico doping que sale de la botella.

Recibí una interesante estadística de América, que estudiaba la influencia que el oxígeno tiene en esta clase de ascensiones. El resultado es asombroso. Si tomas 2 litros de oxígeno en 1 minuto para descansar es como si estuvieras en el campo base. Esto significa: como si te encuentras a una altura de 5.300m. Si estas bajo tensión es menos extremo. Pero si tienes en cuenta que la mayoría de la gente toma 4 litros por minuto del “aire inglés” (así llamaban los sherpas al oxígeno en el pasado), esto prueba la afirmación de Reinhold Messner: es como si subieras a una montaña de 6.000m. Para ser más preciso. 6.500m.

Esto no tiene mucho que ver con el Everest, que tiene 8.848 metros de altura. Era plenamente consciente de esto cuando aclimataba. La austriaca Gerlinde Kaltenbrunner, que hizo cima en el K2 el pasado agosto de 2011 y que tiene los 14 ochomiles, siendo la primera mujer que los consiguió sin oxígeno, me sugirió con ardor permanecer al menos una noche en el collado sur: “De otra forma, te expones demasiado y se convierte en algo demasiado peligroso subir el Everest”, me dijo. Tomé nota. De cualquier forma, era mi intención dormir en el collado sur. Por otro lado, todos sabemos lo incómodo que es acampar a 8.000m. No es exactamente ese tipo de acampada romántica con un fuego de campamento. La primera noche no duermes realmente. Es más esperar hasta que llegue la siguiente mañana y puedas descender. Pero hay que pasar por ello y necesitas voluntad. Si empleas oxígeno, no pasas por ello. Muchos alpinistas han dormido durante su ataque a cima a 6.400m, después de que su aclimatación estuviera terminada. Algunas veces he pensado qué ocurriría si se quedaran sin oxígeno. No estás aclimatado y la realidad te sacudiría muy rápidamente. El aire es leve y llega la catástrofe, que muchas veces finaliza en muerte.

Esto no debería de preocuparme demasiado. Es la decisión personal de cada cual cómo ascender el Everest. Para mí, una escalada sin oxígeno nunca ha sido una opción. Desde el principio tenía muy claro que quería estar en el cumbre de verdad, sin aire falso.

En 2011 no conseguí la cima del Everest. Estaba a 8.700m por el lado tibetano de la montaña y tuve que abandonar mi intento. Simplemente, tenía demasiado frío. El riesgo de perder mis dedos era demasiado fuerte. Otra de las características de la altura es que la sangre se densifica y la circulación en las extremidades es muy mala. Puedes contrarrestarlo intentando beber lo más posible y con una buena aclimatación, para que tu cuerpo se acostumbre a la situación. Mi experiencia me enseñó el año pasado que no había elegido el día correcto para el ataque a cumbre. La regla del 25/25 da resultado. El viento en cima no debe sobrepasar los 25km/h y la temperatura no debe ser menor de -25ºC ¿Pero qué sería el alpinismo si sólo pudieras escalar una montaña en esas condiciones? No sería interesante. Por eso este año estaba doblemente motivado. Y además tenía más experiencia en mi mochila. Tenji y yo habíamos hecho 3 incursiones en la montaña antes del ataque.

Tenji tiene 21 años, es nepalés, y le conozco desde hace unos años, y ha trabajado conmigo en el pasado. Ahora quería conseguir el Everest sin oxígeno. Le ofrecí escalar juntos. No como sherpa cargando mi equipo. No. Quería intentarlo con él como compañeros. Al principio esta situación le resultaba difícil de aceptar. Que le preparara té ya era una situación inusual para él. Pero de alguna manera aceptó la situación y tuvimos grandes momentos juntos. Pasé de Sir a Dai. De señor a hermano.

Estudié el parte meteorológico con gran interés los días de antes. Sabía que sería algo muy importante. Tenji y yo estábamos aclimatados perfectamente. Ya habíamos pasado una noche en el collado sur a casi 8.000m. Meteotest me envió un parte positivo para el 17 y el 18 de mayo. Para el 19 pronosticaban vientos más fuertes y para el 20 de mayo sería crítico. Pero entonces estaba el otro gran problema.

Demasiada gente. Para nosotros, el gran número de alpinistas que habría en la ruta al mismo tiempo representaba un peligro potencial. Nosotros no podíamos esperar y hacer colas arriba. Habríamos sufrido congelaciones muy rápidamente. Pero no podíamos cambiar el hecho de estar arriba con una muchedumbre de alpinistas. La solución era muy simple. Como las cuerdas fijas no habían sido instaladas del todo hasta cima, las expediciones comerciales no podían comenzar. El llamado equipo de instalación, formado por 10 sherpas, había planeado el día 18 instalar las cuerdas hasta cumbre. Era un golpe de suerte para nosotros. Y además, según el parte, era el día más cálido de todos. Decidimos culminar con ellos.

El 16 de mayo Tenji y yo llegamos al campo 2 después de 3 horas y media tranquilas. Pasamos una tarde agradable y una larga noche en el campo 2 a 6.400m. Al día siguiente comenzamos sin prisas. Esperamos a que el sol saliera y entonces tomamos un buen desayuno con tostadas, café, cereales. Tenji no pudo pasar sin la zampa. Esto es una harina rebozada que es amasada como una pasta. Es muy nutritiva pero a mi no me va. Sobre las 8:30am estábamos listos. En aproximadamente 2 horas y media alcanzamos el campo 3. Aquí, en donde una semana antes habíamos dormido, se había instalado el caos. Una avalancha de hielo había caído y enterrado muchas tiendas. También las nuestras. Todo enterrado bajo nieve y hielo. Por suerte no habíamos planeado dormir en el campo 3...quizás no estaríamos aquí si lo hubiéramos hecho...Milagrosamente sólo un sherpa había resultado herido levemente, y por suerte no había más afectados. La mayoría de las tiendas estaban inservibles. Tenji y Dendi, que subía con nosotros, pararon. Dendi quería sacar las botellas de oxígeno de fuera de las tiendas. Tenji quería ayudarle. Tenían que encontrar las botellas bajo el hielo. Decidí seguir hasta el campo 4 e instalar nuestra tienda, antes de que empezara a nevar por la tarde.

Hacía calor en la travesía del Lhotse. Me sentí contento de haber dejado mi mono de plumas en la mochila. La mayoría de alpinistas suben con su mono hasta el campo 2. No entiendo porque con este calor subes con un mono de plumas. Así que alcancé el collado sur. Instalé nuestra tienda y empecé inmediatamente a derretir nieve, para que pudiéramos beber mucho. Tenji llegó tarde, a las 5pm. El tiempo era perfecto. Sin viento. Teníamos la sensación de que hacía calor. Al menos más calor que la última vez que estuvimos aquí. Pusimos nuestra alarma a las 11pm. No la habríamos necesitado. Para entonces el equipo de instalación ya había partido, así como un grupo chileno. Hicieron el ruido suficiente para despertarnos. Bebimos café y té. Comimos pan con miel. Estábamos listos a las 00:30am. Veíamos las luces por delante nuestro. Habían comenzado a subir 1 hora y media antes de nosotros. Les alcanzamos en un cuarto de hora.

Ellos tenían que tirar cuerda fija incluso en el balcón. Me calmé y pensé que no era bueno ir tan rápido. Estaba disfrutando. Alcanzamos el balcón cuando amanecía. Todo el grupo paramos para comer y beber. Cambié las baterías de mis botas. Un sistema brillante. Tuve en todo momento calientes mis pies y manos.

Continuamos. De ahí en adelante tenían que instalar cuerda. El terreno no es muy empinado. Realmente, podrías subir sin cuerdas. Mi bastón especial de Leki, con un pequeño piolet, demostró ser la herramienta ideal en este terreno. Sin embargo, estaba nervioso por la lentitud. Pero no adelantaba a los sherpas. Habría sido irrespetuoso por mi parte adelantarles mientras hacían su trabajo. Y hacían su trabajo verdaderamente bien. Nunca había visto a un equipo de sherpas trabajar tan eficientemente juntos. Continué en la fila, como debe ser. Y era divertido. Porque teníamos que esperar juntos, y entonces hablábamos. Tenji se había quedado rezagado, pero continuaba. Éramos los únicos sin máscara de oxígeno. El resto de sherpas nos mostraba un gran respeto por ello. ¡Pero yo mostraba al menos el mismo respeto por los sherpas y el trabajo que realizaban allí arriba!

El camino a cima era largo y parecía no tener fin. De repente, el ritmo ya no era lento. Miraba hacia arriba y la cima sur parecía no acercarse. Finalmente, no vi al líder. Eso significaba que había alcanzado esa cima. Así que nos quedaban 100 metros hasta cumbre. Desde la cima sur desciendes 20 metros, y continúas por la arista hasta el techo del mundo. Consulté mi reloj. Era tarde. Sería después del mediodía cuando alcanzáramos la cima. El tiempo todavía era perfecto. Pero, ¿y si cambiaba? Una tormenta era improbable. Y para el 19 aún era bueno. Confiaba en los sherpas. Han estado muchas veces ahí arriba, y saben lo que hacen. Sabía que yo podía bajar muy rápido. En 1 hora y media podía bajar al collado sur si descendía desde la cima sur en la que me encontraba. Decidí correr el riesgo y continuar.

En el escalón Hillary tuve que esperar más rato. Al menos 40 minutos. Comencé a temblar. La temperatura no era muy baja, quizás -20ºC. Sin embargo, temblaba. Me alegré cuando continuamos. Estaba desilusionado con el escalón Hillary. Lo esperaba más impresionante. Ni siquiera es vertical. De repente me parecía que los otros se movían rápido. No podía seguirles. A partir de ahí, tocaba luchar, me dije a mi mismo. Y quería alcanzar la cima. Tenji venía por detrás, no podía verle. Vendría. Me concentré en mis pasos. Cada uno me llevaba a la cima. Pero, ¿dónde estaba la cima? Finalmente, acepté que los otros marcaran el ritmo. Mientras pudiera seguirles, todo iría bien. Podía pensar claramente, controlaba mis pasos. Pero, debía de ser por la altitud, me sentía sin potencia. No exhausto. Sólo lento, terriblemente lento. Por fin llegué a la cima. Las banderas de oración ondeaban al viento. Algunos sherpas ya estaban allí. No más cuerdas fijas. Uno de los alpinistas chilenos había pillado mi bastón de mi mochila, la cual había dejado en el escalón Hillary. Ahora llevaba una herramienta en mi mano. Era por la tarde.

A la 1:15pm alcancé la cima del Everest. Unas nubes aparecieron en el cielo. La vista era limitada. Podía vislumbrar Tíbet al norte. Makalu, que sobresalía de las nubes. Me acordé de mi subida al Makalu. Qué lucha fue, y que exhausto estaba. Aunque la visibilidad era limitada tenía la sensación de saber exactamente en donde me encontraba. No era algo nuevo o extraño para mí. Me hice unas fotos con los sherpas. Tenji aún no había culminado. Decidí descender. Qué fácil era bajar. Una sensación completamente nueva. Estaba cansado pero avanzaba. Me crucé con Tenji un poco después del escalón Hillary. Le pregunté si estaba bien. Me dio buena impresión. Me contestó: “sí, pero voy lento.” Le animé, le dije que quedaba poco, ¡y que era la sensación normal sin máscara! Le vi sonreír. Vi su determinación y supe que haría cima también.

Alcancé el collado sur a las 4:15pm. Me costó trabajo reconocer el sitio. En ese corto periodo de tiempo se había transformado en un pueblo. Dendi y su hija, así como todo el equipo con el compartíamos el campo base estaban allí. Para ellos el día de cima era el siguiente. Estaba feliz. Lo había conseguido. Pero una montaña sólo está finalizada cuando estás de vuelta en el campo base. Esperé a Tenji en el collado sur. Llegó 3 horas después. Nuestra intención era bajar al campo 2, pero era demasiado tarde. Esperamos en el campo 4. Esa noche otros 150 alpinistas comenzaron su subida a cima. Dormimos profundamente, como osos hibernando. El sol nos despertó a las 5:30am. Después de desayunar recogí mi equipo y descendí al campo base. Tenji durmió un rato más. A la hora de comer llegué al campo base.

En ese momento sí que había hecho cima en el Everest.

Quiero agradeceros a todos vuestro gran apoyo, por estar con nosotros, por darnos ánimos durante esta expedición.

También muchas gracias por todas las felicitaciones que he recibido después de este bello éxito.

¡Os deseo un maravilloso verano!

Nos vemos pronto”


Ueli Steck
www.uelisteck.ch


Ueli Steck en la cima, con el equipo de sherpas instaladores de cuerda y un grupo chileno


Cima sur

Escalón Hillary

Los sherpas trabajando antes de cumbre

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