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Vídeo: Dubouloz y Welfringer, gran apertura en alpino en Hungchi (7.029m). 1ª cara oeste
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Una dura actividad, en una pared virgen muy compleja en el Himalaya: vía en el Hungchi para Charles Dubouloz y Symon Welfringer.
Sigue siendo cierto aquello de que el mundo sigue siendo inmenso para quien abandona los caminos trillados y sigue su propia senda. Y, desde luego, viendo el pasado y el presente de Charles Dubouloz y Symon Welfringer, puede afirmarse que ambos, por separado o en cordada, son fieles seguidores de esta forma de vivir. Ellos mismos se definen: “Somos soñadores, aventureros, conquistadores…”.
Su última actividad es un buen ejemplo: el pasado mes de mayo consiguieron abrir en completo estilo alpino una nueva ruta de 1.700m en la, hasta esta ascensión, inescalada cara oeste del Hungchi, montaña de 7.029m situada en la frontera entre Nepal y Tíbet.
La oeste del Hungchi. Foto: @mathurinvth.pics
Se trata de una montaña desconocida, con tan solo 3 cimas anteriores, en un lugar que nadie visita...pero que se encuentra a tan solo media jornada de camino del Everest y su autopista. No hace falta ir a lugares tan remotos para encontrar la aventura y la soledad.
Del Gyachung Kang al Hungchi. Cambio de planes
Su objetivo original era el Gyachung Kang, montaña de 7.925m. Pero, como afirma Dubouloz tras su regreso, “cuando vas a una expedición al otro lado del mundo, las cosas rara vez salen como habías previsto”. Y es que se encontraron con una meteo compleja y mala, que provocó una bronquitis severa que casi deja fuera de combate a Symon, y que apenas les dejo tiempo para nada antes de tener que volver.
Pero para entonces ya le habían echado el ojo “a la dura y estética pared del Hungchi”. La dificultad, como puede verse en las imágenes, es alta, pero los 800m menos de altitud de esta montaña frente al Gyachung Kang les permitía realizar un intento más o menos rápido, de pocos días.
En la pared oeste del Hungchi. Foto: Dubouloz-Welfringer>
Escalando la cara oeste del Hungchi
Esta pared permanecía virgen. Viéndola, es lógico. Decidieron intentarla en estilo alpino puro, como, en realidad, hacen siempre. De un solo intento, y sin depósitos ni cuerdas anteriores. Entraban en la pared una sola vez.
El 17 de mayo abandonaban su tienda de campo base, con dudas, porque Welfringer seguía tocado de su bronquitis. Esta debilidad, así como la dificultad de la vía, les obligaron a vivaquear a 6.580m. Las cosas no pintaban bien, pero Symon consiguió sacar fuerzas de flaqueza, y a la mañana siguiente partieron hacia cima.
Vivac en el Hungchi. Foto: Dubouloz-Welfringer
Llegaban a cumbre a la 1:30pm hora local del día 18 de mayo, coincidiendo con el cumpleaños de Dubouloz. Una especial celebración, sin duda.
Complicado descenso
En realidad, les esperaba lo peor. El tiempo cambió de repente, fuertes vientos trajeron un whiteout, y se vieron obligados a vivaquear de nuevo 300 metros bajo la cima.
El día 19 por la mañana amaneció igual. Seguía nevando y con muy poca visibilidad. Ante el cansancio y la situación, tomaron una decisión crucial: abandonaron la tienda para poder ir más rápido y finalizar el descenso cuanto antes. Pero, ante la dificultad de bajar en esas condiciones por la difícil pared, cambiaron a la cara este, que no conocían, con la esperanza de que fuera menos radical.
La fortuna sonríe a los valientes, y funcionó. A pesar de encontrarse en algunos callejones sin salida que les hicieron retroceder, horas después llegaban a la base. En una cara diferente de la montaña, pero sanos y salvos.
Le Cavalier Sans Téte
Tras el whiteout, la tormenta y lo vivido, han decidido bautizar a la vía como Le Cavalier Sans Téte, el Caballero sin Cabeza, en recuerdo de la canción del francés Damien Saez: "Je suis le cavalier sans tête et je cherche un amour. Au travers des tempêtes, moi je cherche le jour. Moi je cherche la flamme qui viendra m'éclairer…" (“Soy el jinete sin cabeza y busco un amor. A través de las tormentas, busco el día. Estoy buscando la llama que me ilumine…").
“Fueron 3 días que pusieron a prueba nuestra motivación y nuestras habilidades como alpinistas”, afirma Dubouloz. “Redescubrimos la pasión de los soñadores, aventureros, conquistadores y nuestra sed de cumbre. Vivimos unas adversidades que harán que el recuerdo siempre permanezca irremediablemente anclado a nuestra memoria”.
Dubouloz y Welfringer en el Hungchi. Foto: Dubouloz-Welfringer.
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