En Leh, capital de Ladakh (India), conviven dos ciudades bien distintas: la una colorista, con sus habitantes locales budistas de etnia tibetana, que bulle en torno a los mercados, los monasterios y las stupas; la otra verde camuflaje de los militares hindúes venidos del sur y acuartelados en las afueras.
Nada más bajar del avión en el aeropuerto Kushok Bakula Rinpoche empezamos a captar la singularidad de la región. Dos semanas después, a nuestro regreso tras visitar monasterios, recorrer valles y ascender alguna cumbre, volvíamos cargados de recuerdos y preguntas:
¿Por qué desde la independencia india hasta los años setenta Ladakh ha permanecido cerrado a los extranjeros?
¿Por qué todavía lo están algunos de sus valles? ¿por qué se construyeron dos carreteras imposibles, desde Kargil y desde Manali, intransitables y cerradas la mayor parte del año por la nieve?
¿Por qué la primera que viene de la frontera con Pakistán no se pavimenta pero sí es tan ancha como la envergadura ... seguir leyendo »
Glaciar rocoso NW de los Besiberris
Bajo la cresta que une el Besiberri Medio (3005 m.) y el Sur (3032 m.) aún se agazapa el glaciar rocoso más grande de los Pirineos. No podemos esperar que sea comparable a otros de los Alpes que conservan como nombre propio su denominación morfológica, alguno muy conocido como el Glacier Noir en el Oisans
Tampoco sus rasgos son, por supuesto, tan espectaculares. Ni tan evidentes, a no ser que dispongamos de un punto de vista aéreo como el que sólo nos proporciona Google Earth.
Pero, si estamos atentos, al acercarnos a su frente después de haber remontado el circo rocoso que cierra el estanyet de Besiberri, percibiremos un nítido escarpe o talud de 25 metros de altura y fuerte pendiente a 40 grados que delata el final del aparato glaciar. Desde aquí, a 2510 m. de altura se desarrolla un kilómetro de glaciar hasta su cabecera o circo a 2750, con un pendiente media de 12,3 grados y un anchura de hasta 240 m. A lo largo de todo ... seguir leyendo »
Finalizando ya el verano, las primeras nieves espolvorean las cumbres más altas del Pirineo; pero no nos engañemos, se habrán fundido en unas horas, cuando despeje un poco, con los primeros rayos de sol.
La nieve de verdad que llega para quedarse, la del nuevo invierno, aún tardará muchos días en aparecer. La del invierno pasado ya ha desaparecido por completo o casi, y el hielo que queda en los agonizantes glaciares y heleros sigue menguando inexorablemente ante nuestros ojos.
Pero hay un hielo que resiste aunque muy pocos de quienes recorren estas montañas sepan de su existencia ni siquiera cuando están caminando sobre él: el hielo de los glaciares rocosos. En todo el mundo su estudio es reciente y sus tipos muy variados. En el Pirineo son pocos, están dispersos y pasan desapercibidos confundidos con simples canchales. Los auténticos, los que tienen origen glaciar posiblemente en la Pequeña Edad del Hielo (glaciogenéticos), suelen ser el resultado de un proceso que ... seguir leyendo »
A propósito de La Virgen de las Rocas
El siglo XVIII vio el nacimiento del alpinismo.
De la mano de la curiosidad científica que alumbró la Ilustración, Horace-Bénédict de Saussure subió a la cumbre del Mont Blanc para medir su altura: 4775 m. y erró por muy poco. Fue un año después de que en 1786 Paccard y Balmat le abrieran el camino con la primera ascensión a la montaña. Él mismo había ofrecido una recompensa. Fue la época dorada de los guías, montañeses que verán mejorar su dura vida de pastores acompañando a los "señores".
Debería pasar un tiempo para que el subir montañas se desprendiera de su justificación cientificista y se convirtiera en un ¿deporte? Cuando a George Mallory le preguntaron en los años veinte del pasado siglo por qué su empeño en subir al Everest respondió con su conocida frase "porque está ahí"; no se le ocurrió nada mejor y resultó ser muy bueno. Pero debería haber dicho que lo hacía por la gloria del Imperio que pagaba una expedición ... seguir leyendo »
No es mucho ni fácil de encontrar. Pocos lo conocen y deberían guardar el secreto. Quizás esté caducado desde hace unos cientos de años. Pero sigue siendo hielo de verdad, hielo cristal transparente del que hace clinc clinc en el vaso de tubo.
En pleno verano los neveros han desaparecido casi por completo en el corazón de los Picos de Europa que se quedan resecos como un esqueleto y el agua es prácticamente inexistente pese a estar en una de las zonas más lluviosas de la Península.
Y todo por su modesta altura, no alcanzan siquiera los 2700 metros, y por su geología caliza, tan dada a las filtraciones. El espesor de la masa rocosa supera los dos kilómetros desde el fondo de las profundas gargantas que han abierto los ríos Sella, Cares, Duje y Deva hasta las cimas de los tres macizos, Cornión, Urrieles y Ándara, donde torres, jous y lapiaces forman un paisaje lunar.
Entre estas zonas altas y la capa freática por donde discurren los ríos se desarrolla una ... seguir leyendo »