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Carlos Buhler: El hombre tranquilo

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A la vista de su trayectoria, se intuye lo que la conversación luego confirma: que este escalador estadounidense -y socio del club oscense Peña Guara- es un ejemplo de tolerancia; sólo el podía hacer tan buenas migas con los escaladores rusos en plena guerra fría, embarcarse en expediciones a macizos aislados que implican un grado máximo de convivencia y logística, y trabajar en equipo como para completar, por única vez, la temible cara Este del Everest.
 
Carlos Buhler durante su última visita, en la Redacción de Barrabes.com 

Carlos Buhler consigue mantenerse tranquilo y centrado en medio de los tiempos tormentosos que le ha tocado vivir. En un mundo lleno de suspicacias, opiniones enfrentadas, modas y tendencias que desbancan a lo que hace poco era considerado lo último, ideales y aventuras mezclándose sin timo con acciones de marketing e iconos publicitarios, este estadounidense afronta la cincuentena con la misma sonrisa enorme y con las mismas ganas de escalar. Con un currículum deportivo en el que encontrar el ‘más difícil todavía’ seria francamente complicado, Carlos sigue planteándose nuevos proyectos como si fuera un, en el buen sentido, aficionado: no busca ‘desafíos’, sino que se plantea un viaje, una escalada, que simplemente le apetezca hacer. Y busca la manera de poder sacar el tiempo y el dinero necesarios. Como cualquier hijo de vecino. Y eso precisamente le mantiene en forma, en paz y en marcha, mientras otros con trayectorias similares luchan contra el desaliento y el hastío del alpinista que conoce demasiadas cumbres y demasiadas trampas. Carlos Buhler permanece tranquilo, en medio de la amenaza de tormenta.

Foto: Lorenzo Ortas 
Carlos visita españa cada poco tiempo. En la foto, ascendiendo las Maladetas en el 2000 

Con tantas escaladas hechas, tantas conferencias, tantas polémicas en el mundo de las expediciones… ¿Sigues –sinceramente- escalando con la misma ilusión? Incluso de algo tan absorbente como la montaña ¿No acaba uno quemándose?

Pues verás… Ayer estuve con un amigo de Huesca escalando en Vadiello. Estábamos en una vía de dos largos. Yo había dado el primero, y estaba en la reunión mientras el hacía el segundo. La luz era perfecta, la vía una belleza. Mi compañero remontaba por el filo de aquel epolón que apuntaba directamente al cielo…Yo estaba allí, en silencio, relajado porque ya había cumplido con ‘mi parte del trabajo’ (el primer largo). Recuerdo verme allí, disfrutando de ese momento perfecto, esa sensación de felicidad… Bien, pues eso me ocurrió ayer. Y no era una vía extraordinariamente difícil. Simplemente estaba escalando con un amigo, en un lugar fantástico y disfrutando con ello. Mientras disfrute así, escalaré porque quiero, y seguiré conservando lo mejor de esta actividad. El secreto para mantener la ilusión es escalar para uno mismo, no para los demás.

Sin embargo, tú eres un profesional de la escalada, tienes que vivir de ella… Por cierto, ¿Cómo lo haces, cómo te ganas la vida?

Bien, para vivir hago tres tipos de trabajo: Primero, ejerzo de asesor técnico para algunas marcas de material deportivo (en estos momentos, trabajo para Técnica, Outdoors Research y las raquetas Tubbs). Segundo, doy charlas y proyecciones en empresas, donde aplico mi experiencia en montaña a los objetivos empresariales, destacando lo que tiene en común el trabajo de empresa y una gran expedición. Esto es, los desafíos que nos planteamos, la manera de llevarlos a cabo, los problemas que surgen y cómo solucionarlo, y el análisis de nuestros logros y fallos. Por último, soy fotógrafo de montaña, trabajo como freelance en este campo.

Vaya, qué curioso. Ahora que está en boca de todos la polémica de las grandes expediciones guiadas, se dice que muchos de los que contratan guías para subir al Everest, ven la escalada como si fuera un objetivo empresarial. Y a juicio de muchos, es un error.

Efectivamente, por eso hay tantos fallos y tantos problemas en las grandes expediciones guiadas.

Estas en contra?

No, no lo estoy. Es más, yo mismo he trabajado como guía. Y los guías, las compañías, tienen que vivir también. En principio, todo el mundo tiene derecho a subir al Everest como buenamente pueda y quiera. Otra cosa es que se haga bien o mal… Y también hay empresas mejores y peores.
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