Viesturs camino de la cima del Everest en una expedición anterior |
El equipo de Daldry, director de películas como Billy Elliot o Las Horas, llegó al campo base del Everest a finales de marzo y lleva ya varios días trabajando en la montaña con un grupo de especialistas de altura liderado por el reputado cineasta de montaña David Breashears, que pretende filmar las imágenes de la ascensión hasta la cumbre, a 8.848 metros, con dos cámaras de 35 milímetros.
El trabajo de Breashears, que recreará la escalada de los montañeros que se vieron envueltos en los acontecimientos del 96, se apoyará en su propia experiencia y en la colaboración de escaladores como Ed Viesturs, Viekka Gustafson o Robert Schauer.
“Schauer es el asistente de Breashears, y ambos formaron parte también del equipo de filmación de la expedición de 1996”, recordó el estadounidense Viesturs, que se encontraba en la montaña cuando sobrevino la tormenta que acabó con la vida de ocho montañeros. “Viekka y yo trabajaremos en la logística de la escalada”.
Además de los cuatro montañeros, el equipo de rodaje de altura se completará con el fotógrafo de deportes de aventura Jimmy Chin y con el guía de alta montaña Amy Bullard.
“Creo que todos sentimos que este proyecto se hará muy bien. Tenemos mucha confianza en el director, que está muy interesado en lo que hacemos. Sé que aprovechará lo que aprenda de su viaje al Everest y hará una gran película”, aseguró Viesturs antes de emprender la marcha al Campo Base.
David Breashears se encarga de la filmación en altura |
Experiencia
El equipo escogido por la productora Working Title Films para acometer la filmación de la escalada al Everest tiene sobrada experiencia en la montaña más alta del mundo. Viesturs, que inmediatamente después del rodaje intentará la escalada al Annapurna, el último de los 14 ochomiles que le queda por subir, ha ascendido en cinco ocasiones al Everest. Breashears lo hizo en cuatro. Y Gustafson y Schauer estuvieron ya en la cima dos veces.
La tragedia que recreará la película se desató en la tarde del 10 de mayo de 1996, cuando una inesperada tormenta atrapó lejos de los campamentos de altura a 23 montañeros miembros de expediciones comerciales. Ocho escaladores murieron en las dramáticas horas que prosiguieron y otros sufrieron graves congelaciones.
Al coincidir con la época del “boom” de Internet, los acontecimientos adquirieron una enorme relevancia, pues fueron relatados al mundo entero prácticamente en tiempo real. Incluso se retransmitió la conversación privada que tuvo un agonizante montañero con su mujer a través de un teléfono satélite.
Los accidentes pusieron en tela de juicio la pertinencia de las expediciones comerciales, cada vez más numerosas, que ofrecían a inexperimentados montañeros la posibilidad de subir a las montañas más altas del mundo por una cantidad de dinero.