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Renato regresa para hacernos recordar. El glaciar de Flippi, al pie del K2 ha devuelto su cuerpo, cerrando la historia de uno de los últimos exponentes de la 'generación de los fuertes' en el alpinismo italiano, de los escaladores que abrieron grandes vÃas en solitario y hollaron la nieve de las montañas más remotas.
Tras Alpes y Andes, viajó al Karakoru. En concreto, al espolón septentrional del Broad Peak, dando como resultado una vÃa de 2500 metros y alta dificultad, que le costó a Casarotto un vivac a 7500 atado a la pared y a pelo.
Al año siguiente escala el McKinley por la resta Sudeste, siguendo la Ridge of No return y metiendose en una especie de pesadilla de cornisas de hielo que definiria luego como 'alucinación', en el libro que escribió sobre ella “Oltre i venti del Nordâ€. Su última aventura invernal en solitario, en el 85, le devuelve a los Alpes, nada menos que a la Este de las grandes Jorasses, que casi le cuesta la vida a Gervasutti cuando la abrió en el 42. Bonita actividad, con viento de 150 knm/h y el hielo taponando las fisuras.
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Casarotto cayo a una grieta del glaciar, tras intentar la 'Magic Line', justo antes de alcanzar la morrena | |
¿Y los ochomiles? Su primer intento -fallido- a la Magic Line de K2 se da cuando forma parte de la expedición de Messner. También intenta el Makalu en invierno. Esto ocurre antes de que regrese a los Alpes y complete su trilogÃa del Frenêy. PodrÃa parecer que renuncia a los más altos en pro de su vocación de escalador de grandes caras. Pero el K2 se queda en su cabeza, y el fatÃdico 86 vuelve, de nuevo a por la dificilÃsima Magic Line. Hace varias tentativas en solitario, enfrenta condiciones climatológicas muy duras, y en un momento dado decide renunciar. Está a 8300 metros, solo 300 le separan de la ansiada cima. Pero se da la vuelta. Y ya de vuelta al pie del Chogori, irónicamente, cae en una grieta y muere. Casi en la segura morrena, a veinte minutos a pie de su tienda. Era el dÃa 6 de julio. Nadie pudo sacar su cuerpo de las profundidades de la grieta glaciar. Pero los glaciares se mueven.
Recientemente, las nieves eternas del K2 han devuelto los restos de Casarotto. Una expedición kazaja encontró los restos y, con el mayor respeto, los recuperaron y enterraron en el Memorial Gilkey, junto a otros restos, otros huesos, o a penas el recuerdo escrito en platos de hojalata, de otros muchos que dejaron su último aliento en los hielos de la terrible montaña del karakorum. Sin embargo, la breve salida a la luz de sus huesos no significa gran cosa. En ceirto modo, nunca se fue, ni se ira mientras su nombre se siga pronunciando al señalar al peqeño refugio al pie del Alpamayo, La afilada montaña de 6.400 meros del Hindu Kush o la impresionante ruta al Pilar del Fitz Roy.
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LA APERTURA DEL PILAR 'GORETTA' AL FITZ ROY
la ascensión solitaria del alpinista de Vicenza, Renato Casarotto, sobre el hasta entonces virgen pilastro norte, puede ser considerada una de las más bellas aventuras patagónicas de todos los tiempos, y también de la historia misma del montañismo. El problema del pilastro estaba supeditado a la solución de los planteos más bellos y lógicos. El pilastro se eleva con la armoniosa osadÃa de un collado ("Col del bloque empotrado") y, después de haber interrumpido su impulso con un escalón prosigue hasta la cima. Por dos veces Casarotto habÃa intentado la empresa, pero diversas causas habÃan siempre bloqueado su iniciativa. El italiano era, con todo, un óptimo escalador solitario, y hasta se manifestaba en su mejor forma únicamente cuando estaba solo. Finalmente, él se resolvió por esa alternativa: la escalada solitaria. Por lo demás, habÃa vencido, solitario, la pared norte del Huascaran en los Andes peruanos; el Diedro Cozzolino en el Piccolo Mangart durante la estación invernal; siempre en invierno habÃa escalado la pared oeste de la Aiguille Noire de Peterey, la sud de Punta Guglielmina y el pilastro Freneg del Monte Blanco, en fantástica concatenación. Habituado a dÃas y dÃas de soledad en esas paredes, Casarotto era el hombre ideal para resolver el problema del pilastro norte del Fitz Roy. Abandonado por los miembros de la última expedición, Casarotto permanece al pie del Fitz Roy con su mujer Goretta e inicia su larga lucha contra la montaña. Sube solo y equipa la pared, para después descender a su carpa, que ha armado un poco más abajo del desfiladero del pilastro, al reparo de los vientos. Antes de morir por una caÃda en una grieta al pie del K2, Casarotto recordaba su ascensión en un escrito. He aquà algunos trozos: - "Me he vestido como un astronauta: polainas, dos pares de pantalones, rompevientos de 'goretex', chaleco de montaña, saco de duvet, dos gorros, guantes sin dedos, botas de escalar normales. En todo el dÃa he logrado subir solamente 60 metros. Nieve que entraba bajo las ropas, viento espantoso: en verdad, alucinante". Atrapado por la tormenta en el curso del primer asalto, Casarotto alcanza no obstante la cima del pilastro mismo: "En la cumbre del pilastro he visto cuerdas fijas engrosadas hasta 15 centÃmetros. DebÃa sacudirÃas, quitarles el hielo, controlar el número de hilos que quedaban en su interior. Los yumars no los retenÃan".Durante diez dÃas el alpinista de Vicenza espera una nueva mejora del tiempo, y, finalmente, cuando esto ocurre, él regresa al desfiladero de la base del pilastro, reparando en que el viento ha dañado tanto las cuerdas fijas dejadas allà que las ha tornado casi inutilizables. "Mientras subo a lo largo de una cuerda fija veo que su extremidad cuelga en el vacÃo. ¿De qué estoy colgado? Subo con cuidado, trepando sin tirar del yumar. Llego al punto crÃtico. La cuerda se ha destrozado; la ha cortado el viento haciéndola rozar continuamente contra la roca, y, al caer, ha ido a engancharse entre una saliente y la pared. Después el hielo la ha bloqueado". No obstante, Casarotto llega al punto máximo alcanzado en las primeras tentativas y finalmente, después de otro dÃa de duro trabajo, llega a la cima. Es el 1° de enero de 1979. Por sus caracterÃsticas, que favorecen mucho el avance en escalada libre, el "pilastro Casarotto" del Fitz Roy constituye sin duda la mejor opción sobre roca entre las tres rutas de la ladera sudoriental (rutas de los franceses, de los californianos y de los ingleses). La trepada se lleva a cabo a lo largo de un sistema de fisuras paralelas que surcan todo el pilastro, y presenta dificultades de VIIº grado y escalada artificial. Dificultad (1.200m, ED, 6b, A2).
Fuente: www.tecpetrol.com |