La disminución de circulación periférica afecta sobre todo a manos y pies |
En el estudio para la mejora de esas condiciones desfavorables, el mundo de la actividad física y el deporte ha aportado luz en dos vertientes. Por una parte, la práctica deportiva aumenta el número de capilares que recorren las zonas distales del organismo. De esta forma, los brazos, manos, piernas y pies, consiguen desarrollar mayor número de “carreteras” por las que hacer llegar el oxígeno a través de la sangre. Mayor cantidad de vasos sanguíneos, repercutirá pues en una mayor cantidad de sangre en los tejidos y por lo tanto una mejor circulación, haciendo posible el mantenimiento de la temperatura adecuada de forma más sencilla y eficaz. Para conseguir este objetivo basta con realizar ejercicio de forma regular y en condiciones aeróbicas, esto es, manteniendo ritmos bajos o medios de entrenamiento y prolongándolos durante largos periodos de tiempo. Nadar, ir en bici, correr e incluso caminar mejoran la circulación, por lo que se estará consiguiendo poner un remedio eficaz al momento en que el ambiente en las estaciones de esquí sea de bajas temperaturas. Entrenar puede ser pues un remedio eficaz.
Además, otra forma de conseguir que la circulación caliente todo el cuerpo, incluso en condiciones de mucho frío, es activar el organismo. Para ello, antes de comenzar el día en la nieve, es aconsejable hacer un calentamiento de entre 15 y 30 minutos, con un trote suave y ejercicios de movilidad articular, tanto del hombro, como del codo, como de las muñecas y dedos, por lo que se refiere a la extremidad superior, y de la cadera, rodilla, tobillo y dedos en cuanto a la extremidad inferior. Ello posibilitará que la activación de la circulación caliente todas esas zonas, que luego deberán ser puestas en marcha durante las horas que se pasan en las pistas. Las reacciones bioquímicas se realizarán mejor y articulaciones, tendones, huesos y músculos estarán a la temperatura ideal para conseguir el mejor movimiento. De no hacerse así, ya no sólo se tendrá el inconveniente de sentir los pies y las manos fríos, con la sensación desagradable que ello conlleva, sino que además se estará más próximo a sufrir lesiones indeseadas, tanto a nivel articular, óseo, ligamentoso, tendinoso o muscular. Los movimientos por otra parte, serán menos eficaces y se estará más cerca de una caída, ya que la coordinación también se empeora con el enfriamiento del cuerpo.La preparación a nivel articular contribuirá a evitar lesiones cuando empezemos a esquiar en días fríos |
La otra gran posibilidad de disminución de las sensaciones de frío proviene de los estudios que grandes firmas comerciales han realizado en torno a los materiales más adecuados para la práctica deportiva. Materiales que han de cumplir varios objetivos. Por una parte, alejar la humedad que proviene de la sudoración, para evitar pérdidas de frío por contacto con el vapor de agua. En segundo lugar prendas capaces de evaporar ese vapor de agua para mantener lo más seca posible la ropa y en consecuencia la piel. Por último, ser impermeables al agua que se encuentra en el exterior, tanto en forma de gotas como en forma de cristales o copos de nieve. Además, tanto para las manos como para los pies, es aconsejable que los dedos tengan cierta libertad de movimientos, para que mediante la movilización de sus articulaciones, mantener activa la circulación y que así se consiga el calor necesario para el correcto funcionamiento de estas estructuras.
Por todos estos motivos, prendas fabricadas en algodón nunca deben estar en contacto con la piel, ya que absorben gran cantidad de agua pero no la eliminan, enfriando el cuerpo, aspecto que en ambientes fríos es un gran problema. Siempre serán más aconsejables prendas basadas en fibras sintéticas, diseñadas específicamente para recoger el sudor y eliminarlo rápidamente, impidiendo al mismo tiempo el enfriamiento del cuerpo por contacto con el viento frío o el aire que contacta con el cuerpo en los descensos.