Richard E.Byrd y Floyd Bennet tras sobrevolar, por primera vez, el Polo Norte en 1926 |
En otra ocasión que Byrd volvÃa de su rutinaria inspección de los aparatos en medio de una feroz tormenta de nieve, se encontró con la trampilla de la cabaña cubierta por más de medio metro de nieve que se congelaba casi inmediatamente. El explorador, que en ese momento no llevaba el hacha consigo, comenzó a buscar a tientas en la oscuridad la pala con que desbloqueaba de hielo los tubos de ventilación de la cabaña. Una hora después, al borde de la congelación y del agotamiento lograba romper la capa de hielo de la puerta, salvando su vida.
Al cabo de un mes en el que ningún suceso fuera de lo "normal" disturbó la estancia del explorador una fuerte caÃda durante uno de sus paseos le hizo perder el conocimiento. Al parecer un extraño desvanecimiento fue el causante. Esa misma noche, ya en la cabaña, sufrirÃa una extraña angustia y un fuerte dolor de cabeza que se repetirÃa con más frecuencia durante las semanas posteriores. La dieta era la adecuada, y la estufa parecÃa funcionar correctamente pero el estado de Byrd empeoraba. A pesar de las precauciones que habÃa tomado limpiando los conductos de ventilación, el monóxido de carbono que emanaba la estufa le estaba envenenando lentamente.Byrd, en los inicios de su carrera militar |
HabÃa acordado con Little América, la base más cercana, realizar tres comunicaciones por semana, pero en el estado en que se encontraba esto le costaba muchÃsimo esfuerzo, máxime cuando intentaba ocultar su situación a sus compañeros, para los que no pasó, sin embargo, inadvertido el extraño modo en que se expresaba cuando se comunicaba con la base.
Intentaron rescatarle en varias ocasiones, pero unas veces por la oscuridad y las grietas, y otras por el frÃo que bloqueaba los motores de los tractores, no fue posible alcanzar la cabaña hasta el 10 de agosto, e incluso entonces, viendo el estado en que se encontraba no pudieron regresar a Little America hasta el 12 de octubre.Cinco meses solo, en el invierno antártico, realizando labores de investigación y sufriendo las temperaturas más extremas que se pueden dar en el mundo habÃan concluido. Pero para Byrd esta habÃa sido una experiencia difÃcil de olvidar. HabÃa llevado a cabo una de las más grandes hazañas de este siglo, arriesgando su vida en pos de la exploración y los avances cientÃficos, y dejando atrás algo más que experiencias, una parte de si mismo quedarÃa para siempre en esa pequeña cabaña.