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Guía para grandes travesías por el wilderness. Por José Mijares

El wilderness, las tierras salvajes, son una llamada a la aventura. José Mijares, desde su gran experiencia, nos da sus mejores consejos para las travesías por lo salvaje.

Noruega y su wilderness. Foto: José Mijares
Noruega y su wilderness. Foto: José Mijares

Wilderness

Es difícil entender el wilderness para los habitantes de determinadas latitudes. Hasta el punto que, por ausencia real del mismo, se hace difícil encontrar la palabra que lo defina en castellano.

El wilderness hace referencia a los lugares salvajes, inmensos y remotos. Aquellos que, como ocurre en Escandinavia, puedes tardar bastantes días en recorrer en plena naturaleza sin habitar, y en los que, en consecuencia, tienes que ser totalmente autosuficiente. Alaska, algunas zonas de Canadá, algunos lugares montañosos del interior de Estados Unidos, zonas de Andes y Patagonia, desiertos, Asia Central, Escandinavia, Siberia...son solo algunos de los más famosos wilderness del planeta.

Noche en el wilderness, con aurora boreal. Foto: Carlos López
Noche en el wilderness, con aurora boreal. Foto: Carlos López
Debido a lo difícil de definir exactamente, y a que una traducción del tipo “lo salvaje”, o “tierras salvajes” no nos acaba de convencer, siempre hemos optado por no traducir esta palabra. Y tampoco lo vamos a hacer en esta ocasión.
Foto: José Mijares
Foto: José Mijares

Consejos sobre travesías por el wilderness

José Mijares conoce algunos de los mayores wilderness del planeta. Sus travesías son innumerables, algunas muy importantes, de más de 1 mes a través de Patagonia y los campos de hielo, o cuando cruzó junto a Lonchas la laponia invernal en 2 meses en solitario, o sus travesías árticas. Todas ellas le han dado un gran conocimiento de las travesías en autosuficiencia.
José Mijares, con Lonchas, en la travesía en solitario de 2 meses por Laponia. Foto: Mijares
José Mijares, con Lonchas, en la travesía en solitario de 2 meses por Laponia. Foto: Mijares
En donde él vive la mayor parte del año, en Cabo Norte, Noruega, hacer travesías por el wilderness no siempre significa una gran aventura en un lugar remoto. Desde la puerta de casa uno puede plantear travesías de varios días a través de ríos, lagos y bosques sin fin. En ocasiones puedes encontrarte una cabaña para tu uso, en ocasiones las rutas estarán balizadas, pero en muchas otras, si es tu deseo, puedes tú mismo preparar en el mapa un viaje inédito.

Así que, tras muchos artículos que hemos publicado sobre sus actividades, le hemos pedido si puede hacernos una pequeña guía de travesías en autosuficiencia de verano. Y aquí la tenéis.

TRAVESÍAS POR EL WILDERNESS. Por José Mijares

Allemannsretten. El derecho de acceso público a la naturaleza sin restricciones

En Escandinavia, el Allemannsretten es el derecho de acceso público a la naturaleza sin restricciones. Y esto incluye los terrenos privados. Lo único que exige la ley es un absoluto cuidado de la naturaleza y algunas normas sobre pernocta respetando una distancia sobre casas, etc.
La tienda de José Mijares instalada en la inmensidad noruega. Foto: José Mijares
La tienda de José Mijares instalada en la inmensidad noruega. Foto: José Mijares
Así sea la llanura, el bosque, lo alto de un glaciar o la orilla de un fiordo, eres absolutamente libre para ir donde quieras sin tener que pedir permiso ni dar explicaciones a nadie. Imaginaos la cantidad de rutas que puedes hacer por aquí y la cantidad de opciones que se presentan mirando un mapa, sobre todo si tienes en cuenta que puedes ir donde quieras.

Hay miles y miles de kilómetros balizados, infinidad de cabañas disponibles y todos los paisajes que puedas soñar. Necesitas vivir dos veces para acabártelo todo. Aquí lo difícil no es encontrar rutas, lo difícil es decidirse por una. Pero mejor aún es inventarse una. Diseñar un recorrido a la altura de tus deseos es algo fascinante y muy recomendable. Mucho más entretenido que seguir una huella trillada.

Cabaña en Noruega. Foto: José Mijares
Cabaña en Noruega. Foto: José Mijares
En verano las temperaturas son agradables a estas latitudes. Los días no acaban nunca, las noches son luminosas y la gente es amable. Poco más se puede pedir. El verano es el momento ideal para poner en practica viajes ligeros y aprender sobre el terreno sin correr demasiado riesgos. Hay que saltar muchas veces con red antes de dar el gran salto.

En este texto voy a explicaros como preparo mis rutas,cuando el paisaje sin nieve y hielo descubre una naturaleza amable y oportunidades para viajes anfibios en Laponia.

¡Espero que puedas trasladar algunas ideas al terreno donde tú te mueves!

Organizando el viaje

Mapas, GPS y preparación de rutas

Las rutas nacen mirando un mapa, no necesariamente en papel en estos tiempos. Ahora tienes todo digital y puedes tener acceso inmediato al mundo entero de un vistazo, empezar a planificar rutas para el futuro, volver sobre ellas una y otra vez hasta dejarlas pulidas, y entonces ponerte en marcha.

A principio del verano, cuando todavía queda mucha nieve y hielo en las montañas, y lagos de Laponia, salgo de dudas mirando las fotos aéreas del Sentinel.

El mapa es una herramienta fundamental, pero saber leerlo es imprescindible. Interpretar un mapa te ayuda a comprender el terreno que te espera, intuir el material que necesitas llevar, y, lo que es más importante, te va a decir a qué velocidad podrás moverte por el terreno. Un mapa es un libro abierto con toda la información; tu trabajo es aprender el idioma.

El mapa, fundamental para las travesías. Foto: Carlos López
El mapa, fundamental para las travesías. Foto: Carlos López
Por eso, estudiar en profundidad el mapa es la tarea más importante de una travesía, y eso hay que hacerlo en casa, no sobre el terreno. Cuando estás de travesía, te lo tienes que saber de memoria.

Cuando se trata de rutas balizadas hay mucha información, un camino pisado, señales y posiblemente gente a tu alrededor, pero cuando la ruta la diseñas tú, todo son incógnitas. No es lo mismo seguir una huella pisada que abrirte camino por el bosque entre arboles desordenados, ni tampoco es igual llegar a una cabaña y tener cama y comida que ser autosuficiente.

Una vez pintada la ruta, estudiada a conciencia, haz una lista de waypoints y mételos en el GPS.

Generalmente me oriento con mapa y brújula a la vieja usanza, pero llevar algunos puntos claves metidos en él GPS facilitan la tarea y despejan dudas sobre el terreno. Se ahorra tiempo. Cuando me muevo por terreno alpino, llevar marcado el collado o la salida de un glaciar, puede ser una información muy valiosa. Subiendo por pedreras verticales, con escasa perspectiva del terreno, se hace difícil orientarse y a veces no sabes ni dónde estás ni dónde está el pequeño collado que buscas.

Mapa y GPS. Foto: José Mijares
Mapa y GPS. Foto: José Mijares
Un GPS te mete dentro del mapa y te señala el camino. Imprescindible en ocasiones. No digamos si hay niebla o escasa visibilidad.

Equipo

A la hora de preparar el equipo, lo divido en campamento, ropa, navegación, orientación, comunicación y comida. Me gusta ir liviano, pero tampoco me peleo con la bascula hasta el absurdo. Donde puedo ahorrar peso lo hago, pero nunca escatimo en seguridad.

Voy a empezar explicando la navegación. Porque en ella se encuentra una herramienta que me cambió la vida: el Packraft.

Con el perro Lonchas y el packraft en el wilderness. Foto: Carlos López
Con el perro Lonchas y el packraft en el wilderness. Foto: Carlos López

1. Packraft

Una herramienta fundamental para mí, desde hace años, ha sido el Packraft.

Podemos imaginar lo que significa algo así si pensamos, por ejemplo, en lo que les ocurría a los pioneros que se adentraban en Alaska. Sin sendas, con una naturaleza y una vegetación desbordante, en muchas ocasiones no solo se veían frenados por los cursos acuáticos, sino que estos eran el único medio que tenían para continuar, debido a la imposibilidad de hacerlo por tierra.

¿Qué hacían entonces? Construían canoas.

El packraft es el equivalente moderno de estas canoas. Unos kayaks inflables, pero tremendamente resistentes y con grandes virtudes de navegación, para su peso y consistencia.

Packraft y remos en la mochila. Foto: José Mijares
Packraft y remos en la mochila. Foto: José Mijares
Cuando llegamos a la parte acuática del mundo y nos impide seguir, cuando es imposible la ruta por tierra, los inflamos y podemos continuar.
Grandes travesías con el packraft. Foto: Pablo Besser
Grandes travesías con el packraft. Foto: Pablo Besser
Hasta que no me compré uno, mis viajes llegaban hasta las lineas azules de los mapas, y allí me daba la vuelta. Los ríos me cortaban el paso, igual que los fiordos. A veces puedes caminar por las orillas boscosas de algunos ríos, pero lo normal es que las ramas de los arboles te fustiguen y la mochila se atore continuamente, haciendo el avance un penoso ejercicio de masoquismo que desmoraliza al más audaz. Algunos fiordos puedes caminarlos por las orillas, pero son la excepción, la mayoría de las orillas tiene rocas enormes tapizados de algas resbaladizas, acantilados o pedreras inestables, donde caminar es una tortura.
Con el perro Lonchas y el packraft en el wilderness. Foto: Carlos López
Con el perro Lonchas y el packraft en el wilderness. Foto: Carlos López
Las playas de arena compacta para caminar no son propias de estas latitudes. La orilla se reduce al lugar donde golpea el mar y empieza la montaña. A eso no se le puede llamar más que escombrera marina, y es de todo menos transitable. Por eso, cuando incorporé el Packraft a mi equipo, empecé a ver caminos donde antes había obstáculos. Vi ensancharse el paisaje y los limites de mis travesías hasta extremos insospechados.
José Mijares, con el packraft en Patagonia. Foto: Pablo Besser
José Mijares, con el packraft en Patagonia. Foto: Pablo Besser
Con el packraft puedo combinar la travesía a pie con ríos, lagos o fiordos. Es un mundo nuevo increíble. Pesan 2’5kgs, más 1kg el remo, y un chaleco salvavidas y traje estanco (con el agua a 6ºC, como aquí o en Patagonia, es impensable ir sin él. Solo decir que, hasta la fecha, todos los accidentes mortales en packraft tenían algo en común: los accidentados no llevaban traje estanco).
Con el traje estanco en Patagonia. Foto: Pablo Besser
Con el traje estanco en Patagonia. Foto: Pablo Besser
Si te vas a meter en un río movido no olvides tampoco el casco y un compañero, porque los ríos de aguas bravas son más seguros con un compañero al lado. En general cualquier actividad es más segura con un compañero, aunque yo muchas veces vaya solo. Prescindir de un compañero hace necesario extremar las precauciones o simplificar las dificultades de la travesía. O arriesgar, y eso no siempre merece la pena.
Aguas movidas con el packraft. Foto: Hilo Moreno
Aguas movidas con el packraft. Foto: Hilo Moreno
Noche recorriendo el río. Foto: José Mijares
Noche recorriendo el río. Foto: José Mijares
Desde que lo descubrí, he realizado grandes travesías. Por ejemplo, la que realicé en Patagonia junto a Pablo Besser durante 30 días. O cuando crucé la Península de Kola, en la Laponia rusa. O mi travesía de Patagonia de mar a mar en 5 semanas. O en el Wilderness de Vatsari
Cuando el agua nos corta el paso, inflamos el packrack y continuamos. Foto: José Mijares
Cuando el agua nos corta el paso, inflamos el packrack y continuamos. Foto: José Mijares

2. Ropa

La ropa es un capitulo importante. Si conoces bien tu equipo y tienes control de las temperaturas que te esperan en la ruta -sin olvidar que no es lo mismo +5ºC después de una ducha caliente y bien desayunado que caminando a la intemperie con viento y cansado, puedes ajustar de manera precisa la ropa que vas a necesitar.

Es muy importante lo que acabo de contar. En casa siempre somos muy calurosos y nos parece que no necesitaremos tanto, pero la realidad es que el cansancio, el hambre y los días de marcha nos vuelven más sensibles al frio.

Noche en el wilderness. Foto: Carlos López
Noche en el wilderness. Foto: Carlos López
No es igual acampar a la sombra de una montaña y despertar con la lluvia repiqueteando sobre el techo de la tienda que amanecer con la tienda caldeada de sol y ponerse en marcha un día sin viento, ni nubes, bien comido.

Acertar con la ropa, sin llevar ni de más ni de menos, es todo un arte. Salir mucho al monte y anotar después, a modo de resumen, la ropa que has llevado, el saco, las condiciones que te has encontrado y como te has sentido, te va a ayudar en futuras salidas. Aunque debes saber que hay veces que, con él mismo equipo, unas veces pasas calor y otras frio, no es una ciencia exacta.

La lana merina es mi opción desde hace muchos años como primera capa. Calcetines, mallas, camiseta, balaclava, a la que sumo como segunda capa un pantalón y chaqueta ligeros de goretex.

Balaclava de lana merina de la marca Devold. Foto: José Mijares
Balaclava de lana merina de la marca Devold. Foto: José Mijares
El verano a ciertas latitudes o altitudes es frío, y conviene recordarlo. Un chaleco de primaloft para usar encima del goretex, cuando haces una pausa o para estar en la tienda de campaña, es una prenda perfecta. Una chaqueta muy ligera de plumas puede aportar mucho confort cuando amaneces en una cabaña helada. O para desayunar dentro de la tienda de campaña o incluso dormir con ella si vas con un saco muy justo.

Generalmente la chaqueta ligera de plumas me la enrosco a los pies dentro del saco de dormir, para tenerlos siempre calientes. De esa manera consigo también tener la chaqueta caliente cuando me la pongo al salir del saco. Un gorro siempre va en mi equipo e incluso un sombrero impermeable con mosquitero incorporado. En Laponia, en pleno verano, los mosquitos pueden ser un martirio.

3. Calzado

En los viajes anfibios siempre llevo unas botas de goma con caña de neopreno, un calzado que se usa mucho en Noruega para ir de pesca. Son botas con aislante térmico, extremadamente cómodas y por supuesto impermeables. La caña de neopreno resulta fundamental para caminar. Nunca provocan rozaduras y cuando te acostumbras a ellas no quieres volver a las botas tradicionales.

Ademas, en los países lluviosos hay inmensas zonas de fango y turba y resulta inevitable acabar mojado si vas con botas normales o zapatillas. Si viajas con el Packraft, muchas veces te ves obligado a caminar por el cauce del rio arrastrándolo, y con estas botas de goma el problema queda resuelto.

4. Mochila

Como mochila, uso una de cuben, un material que descubrí cuando empecé a interesarme por materiales ligeros. Un material muy usado por la parroquia de Packrafters. Es bastante caro y en general muy desconocido, pero su extrema ligereza y resistencia compensa el precio. Puedo asegurar que funciona muy bien y no son nada frágiles, a pesar de la incredulidad del personal cuando las ve por primera vez.

Desde hace ya muchos años todo el equipo lo llevo en bolsas estancas, no solo por el tema de navegar y los posibles naufragios, (no hay mochila que sea totalmente impermeable), sino también para organizar el equipo.

Las llevo de diferentes colores y de esa manera tengo el equipo perfectamente localizado y a prueba de diluvios.

5. Tienda de campaña

La tienda de campaña también es de cuben, es piramidal y se monta con el remo o los bastones de trekking. A menudo se olvida que las tiendas de campaña que se usaban hace más de un siglo eran precisamente piramidales y con ellas avanzaron por la llanura antártica, que no es precisamente un lugar de clima amable.
Con la tienda de campaña en la tundra. Foto: José Mijares
Con la tienda de campaña en la tundra. Foto: José Mijares
Otra opción más ligera y barata es llevar un toldo. Se puede montar con los bastones de trekking o los remos, o atándolo a las ramas de los arboles circundantes. Aunque llueva no tienes porque mojarte: si lo orientas correctamente vas a mantenerte seco. Y al ser un trozo de tela tienes la posibilidad de hacer con él una tienda canadiense o un tejadillo o enrollarte como un kebab.
Noche bajo el toldo o tarp. Foto: Hilo Moreno
Noche bajo el toldo o tarp. Foto: Hilo Moreno
Si estás en zona de viento tienes que orientarlo bien, y no es la panacea: siempre que ahorras peso acabas sacrificando algo de confort, pero en el terreno adecuado un toldo funciona muy bien.

A veces puedes llevar la tienda y el toldo y de esa manera conseguir un campamento de lujo. Esta combinación la he usado mucho en Patagonia, y el toldo servía como tejado para las lluvias torrenciales.

Toldo y tienda en Patagonia. Foto: José Mijares
Toldo y tienda en Patagonia. Foto: José Mijares

6. Saco de dormir

Como saco para el verano prefiero uno muy ligero de plumas, o un quilt, que es una especie de saco sin la parte de abajo (es decir, como un edredón con forma de saco, sin la parte que toca al suelo), lo que aligera significativamente el peso. Es un material muy usado por los que salen al monte en plan muy minimalista.
En el saco de dormir. Foto: Carlos López
En el saco de dormir. Foto: Carlos López
Un buen aislante también es necesario, sin él un saco por bueno que sea, pierde efectividad. Una esterilla hinchable es ademas cómoda. La típica plegable es la que suelo llevar. A veces llevo ambas cuando quiero darme un lujo.
En la tienda con el saco y el aislante. Foto: José Mijares
En la tienda con el saco y el aislante. Foto: José Mijares

7. Orientación

Para la orientación siempre un mapa, pero no de papel, hay que comprar los de plástico. No deja de sorprenderme que se vendan mapas de papel para ser usados en la naturaleza. Yo solo llevo papel si no encuentro de plástico y, si es de papel, uso uno de esos sobres plásticos que están pensados para meter el mapa dentro y que no acabe hecho trizas.

El mapa, una brújula y un GPS con los waypoints metidos es suficiente.

8. Material de Seguridad

En travesías en solitario es fundamental poder contactar en caso de problemas. Llevo un teléfono, que empleo si hay cobertura, y un inreach mini de garmin para cuando no hay y necesito mandar un mensaje.

Si me voy a un lugar más remoto, necesito añadir un teléfono satélite, baterías, cargadores y una baliza de emergencia.

9. Cocina y alimentación

La comida es un capitulo importante, al menos para mí. No es solo la gasolina que necesitas para moverte, puede ser fuente de felicidad si la elección es buena y dar mucha pena cuando la comida es insípida o aburrida.

Normalmente lo que hago es usar una bascula y pesar todo lo que llevo, teniendo en cuenta un numero mínimo de calorías y un numero máximo de peso. Para una ruta estival de una semana, puedo apañarme con2.500 kcal y 600 gramos día.

Desayuno 200 gramos de cereales con azúcar y un poco de café. La comida de la marcha pueden ser 75 gramos de algún fruto seco salado, por ejemplo maíz o cacahuetes y 75 gramos de dulce, que en mi caso es chocolate con leche, pero puede ser alguna barrita de cereales, fruta deshidratada, etc.

Desayuno en la cabaña. Foto: José Mijares
Desayuno en la cabaña. Foto: José Mijares
La cena, es para mí la comida más importante del día. Bien cenado se duerme mejor y con menos frio. Suelo empezar la cena con una sopa de noodles chinos, le sigue un sobre de liofilizado, o cambio el liofilizado por un puré de patatas con abundante aceite de oliva y salchicha.

No me olvido de llevar algo de postre; unas pocas galletas, unas onzas de chocolate negro y un café rematan una cena perfecta. Si me organizo bien, puedo conseguir más de 2000 kcal y un peso que ronda los 600 gramos. Como dieta estival para una semana es justa, pero razonable. Normalmente la semana antes de irme no me privo de nada, así que pasar algo de hambre no se hace tan duro.

Para calentar el agua o fundir nieve, necesitas llevar un quemador. Los modernos sistemas de hornillos integrados, tipo Jetboil, son aparatos simples que muchos hemos incorporado a nuestro equipo. Funcionan muy bien, y con muy poco peso llevamos hornillo y cazo.

Hornillo. Foto: José Mijares
Hornillo. Foto: José Mijares
Puedes llevar un quemador de gas de los de toda la vida o uno ultra ligero de titanio de esos que pesan 25 gramos y si viajas a un lugar donde el gas es imposible de conseguir puedes llevar un hornillo de gasolina, pero son más pesados voluminosos y aunque pueden funcionar con gasolina normal, lo ideal es usar gasolina especial, que en Sudamerica se suele encontrar en ferreterías. Una olla pequeña para calentar agua es necesaria si no usas una jetboil o similar.

Muchas veces la pregunta que se hace uno es: cuánto gas necesito. Hoy en día la eficacia de los modernos hornillos es altísima, y en verano, con temperaturas alrededor de +5ºC y siempre que la garrafa de gas esté templada, con un par de minutos es suficiente para calentar agua.

No necesitas que hierva para tomarte una bebida caliente o añadirla al sobre liofilizado. Pero si quieres que hierva asegúrate de apagar el gas al instante de hervir y no dejar que hierva a lo loco tirando gas mientras estas subiendo fotos a Facebook…

Si la garrafa de gas está templada, funciona mejor. Si está fría, lo mejor es calentarla un poco antes de usarla. Yo la meto dentro del saco de dormir para pasar la noche o dentro de la chaqueta antes de hacer la cena. Con 20 gramos de gas al día puedes tener gas suficiente para calentar el café del desayuno y el agua para el liofilizado o el puré de patatas de la cena.

Usando el gas a discreción, parando para beber un café calentito a mitad del día o incluso derretir nieve, nunca he gastado más de 40 gramos al día. En una ocasión llegué a usar una de esas garrafas pequeñas de 100 gramos para una travesía de 9 días. Estas cosas se van aprendiendo con el uso, pero un buen truco es pesar la garrafa de gas al regreso y así saber cuánto gas has usado exactamente.

Si en tu travesía vas a pasar alguna noche en cabaña con cocina, ese gas te lo ahorras o si puedes hacer un fuego en algún punto del recorrido, también es gas que te vas a ahorrar. En Laponia, como se puede encender un fuego en todas partes sé que nunca voy a quedarme tirado. Hay veces que enciendo un fuego pequeño para asar unas salchichas y ahí mismo caliento el agua.
Hoguera en Laponia. Foto: José Mijares
Hoguera en Laponia. Foto: José Mijares
SI te mueves mucho por el bosque y te gusta ir en plan Robinson, venden unos quemadores que no son mas que una placas de metal que una vez ensambladas puedes alimentar con ramitas, y de esa manera hacer un fuego con energía solar, calentar el agua, etc. Con esto no necesitas ningún combustible. Son ideales, sobre todo cuando en vez de llevar tienda de campaña llevas un toldo y buscas la máxima ligereza.

10. Kit multiuso

Otra pieza fundamental cuando vas por lugares sin infraestructura es llevar un kit de reparaciones. Los Packraft se pueden pinchar, las tiendas romper, igual que la ropa.

Dentro del Kit llevo cinta adhesiva para reparar el Packraft, aguas e hilo para coser lo que sea necesario, unos pequeños alicates y si en el equipo llevo algo que necesito atornillar, llevo la pieza exacta para esa reparación.

Normalmente cuando es invierno y voy con esquíes y pulka, el kit de reparación es más surtido, y cuando voy en plan minimalista y es verano mi mayor preocupación es llevar material para coser la tienda o parchear el Packraft. Un poco de cordino siempre da mucho juego, aunque sea para hacer un tendedero entre dos arboles y secar la ropa.

Lonchas en el Ártico. Foto: José Mijares
Lonchas en el Ártico. Foto: José Mijares

Nuestros amigos de 4 patas

Durante 10 años he viajado con Lonchas, y en ese caso él llevaba siempre sus alforjas o pulka cargando su propia comida y botiquín.
Lonchas, en la tundra. Foto: José Mijares
Lonchas, en la tundra. Foto: José Mijares
Los perros son animales duros, pero viajando con uno te das cuenta la cantidad de cosas que necesitan. No solo la comida, ellos también necesitan por seguridad llevar un chaleco salvavidas, cuerda para atarlo por la noche -sobre todo cuando acampas en zonas con animales-, pomadas para sus almohadillas, aguja e hilo de sutura…
José Mijares y Lonchas, invierno en la Laponia finlandesa. Foto: José Mijares
José Mijares y Lonchas, invierno en la Laponia finlandesa. Foto: José Mijares
También te agradecerá que le lleves un toldo para los días de lluvia. Tú puedes estar de maravilla dentro de la tienda, pero si tu perro se queda toda la noche mojándose por la lluvia puede ser una pesadilla. No te lo va a tener en cuenta, porque cualquiera que tiene perro sabe que son los seres mas bondadosos y comprensivos del mundo con sus dueños, pero tienes que cuidarlo.
Lonchas en el packraft. Foto: Carlos López
Lonchas en el packraft. Foto: Carlos López
Los perros no quieren generalmente estar dentro de la tienda, Lonchas se ponía nervioso, él prefería estar fuera.
Lonchas disfruta del frío. Foto: José Mijares
Lonchas disfruta del frío. Foto: José Mijares
No hay mejor compañía en las llanuras o los bosques que un buen perro. Todo lo que diga se queda corto.
Lonchas y José. Foto: José Mijares
Lonchas y José. Foto: José Mijares
¡¡Buenas travesías!!

José Mijares

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