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Toni Arbonés: Delta del Ebro-Pica d’Estats, 22 horas y 2 minutos

Toni Arbonés vuelve a sus actividades desde el mar: tras el Aneto, turno para la Pica d’Estats.

Toni Arbonés, en la cima de la Pica d
Toni Arbonés, en la cima de la Pica d'Estats. Foto: Toni Arbonés
“Cuando a alguien le puede la pasión, siempre encuentra la manera de ilusionarse. Y Toni Arbonès (@arbonestoni, podéis seguirle en instagram) es un buen ejemplo de ello.

Uno de los escaladores mas legendarios del país, en activo a sus 53 años, con un historial de mas de 1.000 aperturas y equipaciones en 40 países de todo el mundo, desde Madagascar a China (con 200 vías abiertas), expediciones a Patagonia, Karakorum, Salto del Ángel en Venezuela, pionero de lugares que hoy son referencia internacional, como Siurana (solo allí ha abierto mas de 400 vías), de repente un día tiene la ilusión de subir el Aneto, pero desde donde muere su agua: el Delta del Ebro, muy cerca de donde vive, en el Montsant.

Y lo hace, consiguiendo además llegar en el día. En 23 horas y 45 minutos, en concreto, desde el mar hasta la cima. Cuando nos lo cuenta, su ilusión contagiosa es la de un joven que empieza. Nadie que no lo conociera, escuchándole, imaginaría su currículo e intensa vida. Junto a él, decidimos publicar la actividad y sus detalles”.

Son las palabras de introducción de la noticia que publicamos el pasado año cuando Toni Arbonés nos contó cómo había conseguido llegar desde el Delta del Ebro hasta la cumbre del Aneto en menos de 24 horas. Y la pasión sigue, y este año, con 54 años, ha llegado el turno a la Pica d’Estats: Delta del Ebro-cima en 22 horas y 2 minutos.

Pica d’Estats. 358Km en bicicleta, 23 a pie, 22 horas y 2 minutos

“Con la experiencia del año pasado, éste me había preparado muy bien. He ido más fuerte”, nos comenta Toni desde Siurana. Este año la experiencia ha estado marcada por el calor: “No sabía como organizar el horario para librarme de él, porque por trabajo solo pude hacerlo en unos días muy calurosos. En lugar de a las 8 de la mañana, como el año pasado, decidí empezar a las 8 de la noche para evitarlo. Menos mal, porque a pesar de todo hacía un calor increíble. Iba a medianoche con la bicicleta por la zona de Mequinenza y Riba-roja y era increíble, con el maillot abierto, y aun así asfixiado”.
Partiendo del Delta del Ebro. Foto: Toni Arbonés
Partiendo del Delta del Ebro. Foto: Toni Arbonés
El viaje, sin embargo, le encantó: “Al no ver es diferente. Desarrollas el resto de los sentidos. Un atardecer precioso en el Delta, con el olor a arroz. El olor a humedad cálida de los pantanos de Mequinenza y Riba-roja. Disfruté mucho”.

Al llegar a Lleida comenzaron los problemas. “Eran las 4 de la mañana y necesitaba agua. Me encontraba muy cansado. No había manera, todo cerrado, gasolineras, tiendas nocturnas...al final encontré un urinario y allí pude recargar”. Continuó su trayecto, sin acortar, siempre siguiendo el curso del agua, por Sant llorenç de Montgai, hasta llegar a Camarasa.

“Allí sabía que había un horno y pensaba reponerme en él. Pero estaba cerrado. Lo que pasa que vi luz, llamé a la persiana y salieron. Hablamos de lo que estaba haciendo, y pudieron darme un refresco y una ensaimada caliente recién salida del horno. No sabía si igual me sentaba mal, ¡pero me supo a gloria y me repuse!”

Al salir del pueblo llegó el amanecer, y con él el calor sofocante. “Pero iba muy bien de tiempo, me había preparado muy bien este año. Este tramo fue precioso, tantos recuerdos. Al cruzar Terradets me venía a la cabeza cuando aprendía a escalar, un cursillo allí con 15 años, que me pusieron ya de primero, las aventuras que pasamos. ¡Hace ya casi 40 años de eso!”. Y todo fue bien hasta que, tras 13 horas, 14 minutos y 16 segundos de pedaleo efectivo, llegó al pueblo de Àreu.

“Allí empiezan 13 kilómetros de pista hasta el refugio de la Val Ferrera. El calor era inhumano, no podía ni andar. Me desanimé, pensaba que no llegaba ni hasta el refugio. Cada 5 minutos me tenía que meter al río a refrescarme. Tardé 2 horas justas en llegar el Refugio. Y a partir de ahí ya todo cambió. Al entrar en la montaña, por la senda, con los bastones, empecé a disfrutar de nuevo. Hasta que llegué a la cima. Me costó 5 horas subir desde el pueblo, y en total habían sido 22 horas y 2 minutos desde que había abandonado el mar”.

Salió a las 8:12pm del Delta, y llegó a las 17:14pm del día siguiente a la cima. Fueron 358.7km en bicicleta, con 3.674m de desnivel, más 23 kilómetros a pie con 1.900m de desnivel hasta los 3.143m de altitud de la cima de la Pica. “Sin embargo, cuando bajé y llegué al refugio, me di cuenta de que aún tenía gas, aún me quedaba energía”.

Mont Blanc

Este “sobrante” de energía le hace ilusionarse con otro de sus proyectos de ascensión de montañas desde allí en donde mueren sus aguas: el Mont Blanc desde Marsella. “Ahora no puedo ir, porque estamos trabajando a tope en el camping (NR: además de haber abierto más de 1.000 vías de escalada en Siurana, regenta con su familia el Camping Siurana), pero en Septiembre pretendo intentarlo”.

“Primero lo subiré por la normal para conocerlo. He escalado en Suiza, en otros lugares de los Alpes, pero no he subido a su cima nunca. Sí que corrí la CCC en 2009 (una de las pruebas de la UltraTrail del Mont Blanc), y quedé tercero, pero quiero conocer la subida. Son 440km y luego la subida por la normal. Creo que puedo hacerlo, me siento fuerte. He hablado con Kilian y me ha dicho que tal y como he ido en ésta, que puedo hacerlo bien”.

Toni Arbonès

En 1991, Toni Arbonès decidió dejarlo todo e irse a vivir a Siurana. En ese tiempo, el pueblo, de 5 habitantes, estaba tan perdido que no tenía ni carretera de acceso (no la tuvo hasta 1996), y aunque la escalada todavía era una actividad incipiente allí, ya se veía que podía convertirse en el paraíso que actualmente es: con mas de 400 vías abiertas, es uno de los puntos calientes del octavo y noveno grado en el mundo, y recibe cada año a casi 40.000 escaladores de muchos países. Uno de los grandes responsables de todo esto es Toni, que fue el primer escalador en irse a vivir al Montsant, y en donde regenta el Camping Siurana junto a su familia.

Nada mas llegar, Toni comenzó a equipar y a abrir, y son ya mas de 400 sus aperturas en la zona. No paró ahí: en todo el mundo, en los 40 países en los que ha escalado, son 1.000 las vías que llevan su firma. Desde Anthropocene, un 8a de 470 metros en el Atlas, hasta sus 200 vías equipadas en China, pasando por sus aperturas y encadenamientos en Madagascar, Yosemite, Patagonia, Karakorum...la lista es larga.

Sobre las 200 vías en China, su trabajo como equipador y aperturista es tal que, al ver los escaladores chinos hace una década cómo abría en la cueva de Getu, hablaron con su gobierno. Y el gobierno chino le pidió que ayudara a abrir vías cerca de sus ciudades principales. De hecho, le ofrecieron trasladarse a China con su familia para crear allí "un nuevo Siurana". Convertir, con su ayuda, una zona de inmensas posibilidades en un lugar de peregrinación para los escaladores de todo el mundo, tal y como, gracias a Toni, ocurre con el Montsant. Pero el coronavirus frenó el proyecto.

La escalada no ha sido la única actividad de montaña en la que ha destacado Toni. Cuando estaba de expedición, o quería relajarse, corría o andaba por la montaña sin un plan preconcebido. Al ver como en su zona comenzaban a organizarse pruebas de trail running, decidió participar. Con notable éxito, hay que decir: al poco tiempo, vencía en ultras como la del Montsant, con 97 kilómetros, e incluso llegó a ser tercero en la CCC de la Ultra Trail del Mont Blanc. Por supuesto, sin dejar nunca la escalada.

Hasta que, hace 6 años, cuando tenía 47, sus rodillas empezaron a resentirse. El médico se lo dejó claro: “qué prefieres: correr, o escalar”. Toni no tuvo ninguna duda: la escalada es su vida.

“Ahora principalmente escalo y abro vías. Corro poco, ni mucho menos entreno y participo como antes, pero algo hago. Por ejemplo, este año participé en una prueba de 60 kilómetros, y terminé bien, pero la verdad es que me quedo muy seco. Así que ahora, además de seguir escalando, le doy a la bici.”

Roca, montaña, a pie o en bicicleta, una cosa está clara: Toni Arbonès nunca pierde la ilusión por lo que hace.

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