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Entrevista con Kazuya Hiraide, 3 Piolets d’Or. Una vida explorando lo desconocido

23 de Noviembre de 2022  |  Deja tu comentario
Entrevistamos al tres veces Piolet d’Or Kazuya Hiraide en su visita a nuestra tienda Barrabes Barcelona.
Kazuya Hiraide, en Barrabes Barcelona. Foto: Barrabes
Kazuya Hiraide, en Barrabes Barcelona. Foto: Barrabes
Si el japonés Kazuya Hiraide es un alpinista no tan conocido en Occidente como puedan serlo algunos de los más famosos es, probablemente, por eso: por no ser occidental.

Su carrera, su forma de entender la montaña, su vida, sus escaladas que le han llevado a conseguir 3 Piolets d’Or, son verdaderamente excepcionales y a la altura de muy pocas personas.

Ya muy joven decidió que no seguiría los pasos de nadie y buscaría siempre lo desconocido, las nuevas rutas, que realizaría expediciones en las que la elección de la montaña, su belleza, la forma de llegar a cabo la escalada y el estilo formarían un todo coherente mucho más importante que la cima.

Kazuya Hiraide, en la montaña. Foto: Kazuya Hiraide
Kazuya Hiraide, en la montaña. Foto: Kazuya Hiraide
Y, por un camino largo, difícil, con alegrías y pérdidas, con éxitos y fracasos, ha conseguido mantenerse firme en su decisión, creando una de las trayectorias más interesantes que pueden encontrarse en su generación en todo el mundo.

De la mano de la marca vasca Ternua, su patrocinador, Kazuya Hiraide nos concede una larga entrevista en su visita a Barcelona en la que nos abre su corazón. Una persona humilde y entrañable, que nos cuenta sus largas experiencias en la montaña, cómo surgió su pasión, qué le llevo a elegir la exploración y el estilo alpino, su recorrido, sin evitar temas como sus miedos o la desaparición de su compañera Kei Taniguchi, con quien compartió cordada durante 10 años, consiguiendo un Piolet d’Or por su apertura de la cara sureste del Kamet (7.756m).

Kazuya Hiraide y Kei Taniguchi, recogiendo su Piolet d
Kazuya Hiraide y Kei Taniguchi, recogiendo su Piolet d'Or en Chamonix. Foto: Piolets d'Or

Se encuentra en una gira con su patrocinador Ternua, acompañado por Alberto Iñurrategi -que trabaja en la marca vasca-, en la que tras su acto en el Mendi Film Festival de Bilbao de ayer, estará esta tarde en nuestra tienda Barrabes Barcelona compartiendo con quien desee conocerlo de cerca, mañana proyectará en los Cinemes Girona de la ciudad, para posteriomente repetir la proyección en las Jornadas de Montaña de Moralzarzal.

Aquí tenéis la información sobre la proyección. Y en este vídeo, una pequeña muestra de lo que podréis encontrar.

Os dejamos con la entrevista.

Kazuya Hiraide: una vida abriendo camino en lo desconocido

¿Cómo fueron tus comienzos en el alpinismo?

Desde muy pequeño hasta que llegué a la universidad practiqué deporte de competición. Competir con los demás era una motivación en mi vida. Llegué a estar en el puesto 10 de Japón en atletismo en mi categoría. Pero cuando cumplí 20 años me di cuenta de que este tipo de deportes tienen un principio y un final marcado por las reglas, no los decides tú. Y sentí que quería buscar algo en lo que yo marcara el camino, decidiera el principio y el fin y cómo transcurría.

Me faltaba mucha experiencia y madurez para asumir algo así. Entonces descubrí, cerca de mi casa, en las montañas de la prefectura de Nagano, unas montañas en las que podía realizar actividades en las que yo marcara el camino. Así descubrí la escalada y el alpinismo.

Parece, por lo que buscabas, que tuviste claro desde el principio que ibas a tomar el camino de la exploración y los caminos no transitados

Sí, pero no lo entendí definitivamente hasta 2001, a los 22 años. Estuve en el Kula Kangri Este, una montaña de 7.381m en Pakistán, en la que conseguí el primer ascenso, y después en el Cho Oyu, ochomil en el que hice cima, desde la que bajé esquiando.

Yo entonces aún no era muy experimentado, así que iba en grupo. En el campo base del Cho Oyu se juntaban alpinistas de todo el mundo en ese momento para intentar la cumbre. El día de cima, en las cuerdas fijas se juntaba mucha gente. Tenías a alguien delante y le tenías que adelantar, y luego otra persona, y luego otra...de repente me di cuenta de que estaba repitiendo en el alpinismo el deporte competitivo que había abandonado. Aún estaba lejos del alpinismo total que buscaba.

Había querido salir del deporte competitivo, pero me di cuenta de que, por ese camino, aún estaba en él. Tenía que cambiar. Y eso me llevaba definitivamente a los lugares y montañas no exploradas. Tenía que comenzar por encontrarlos.

¿Cómo lo hiciste?

Al volver a casa, busqué todos los mapas que pude. Y en ellos empecé a marcar con puntos las montañas ya ascendidas y con líneas todas las rutas ya escaladas. Cuando terminé este arduo trabajo, tenía algo muy importante: las zonas vacías en el mapa, sin puntos ni rayas. Ahí tenía que ser.

Y descubrí que la montaña que quería subir tenía que estar en el Karakorum. Y encontré mi montaña, de 7.611 metros: el Shispare

Realmente tu montaña. Han sido 4 intentos, y hasta 15 años después del primero no alcanzaste la cumbre

¡Sí! Mi montaña. Han sido 15 años, efectivamente. Cuando la descubrí me pareció más alta y difícil que cualquier otra, y que merecía la pena dar y dedicar mi vida a ella. Pero también descubrí que si no crecía como alpinista y como persona, no podría escalarla. Fui consciente de mi inexperiencia y mi inmadurez, y de mi necesidad de aprender y mejorar.

Ahí ya habías tomado definitivamente la elección del estilo alpino

En realidad no era aún muy consciente de ello. Al estilo alpino me llevó la búsqueda de lo inexplorado. Una vez que tomé la decisión de buscar lugares desconocidos, abrir nuevas rutas en ellos, fui encaminado inevitablemente al estilo alpino necesario para realizar este tipo de alpinismo.

Pero en ese momento no era del todo consciente. Mi decisión consciente en ese momento tenía que ver con el carácter exploratorio de mi forma de entender el alpinismo. Una vez tomada, el estilo alpino era una consecuencia.

En aquella época, en la que el alpinismo en el Himalaya se centraba en los ochomiles, esto te alejaba de patrocinios y otras cosas ¿Cambiaste una carrera segura por libertad?

Totalmente. Ese tipo de montañismo, los ochomiles por vías normales, las 7 cumbres, y demás, ignora el camino. Solo busca la cima y tachar con una cruz una montaña en una lista o en un mapa.

Para mí lo más importante es todo lo que hay y se vive para llegar a la cumbre, no la cumbre. Buscar la montaña, decidir, imaginar por dónde subir, descubrir la ruta, ascenderla, con quién...eso es lo fundamental. Antes preguntabas por el estilo alpino: me di cuenta de verdad que también era mi elección por esta importancia sobre lo demás antes que la cima. Me hizo ver claro que era mi manera de disfrutar de la escalada.

Hay quien puede pensar que se pierden muchas cosas por el camino con esta elección: seguridad, bastantes veces la posibilidad de hacer cima, en ese momento espónsors…pero yo no lo veo así. Yo no veo que pierda nada, al revés, veo que gano muchas cosas.

Si habiendo incertidumbre, riesgo, compromiso, haces cima, ganas muchas cosas preciosas que no tendrías en el caso de realizar otro tipo de alpinismo. Y mientras la consigues, también.

Tus escaladas siempre se han caracterizado porque la belleza de la montaña elegida, la elección de la ruta, el estilo, conforman un todo coherente. ¿A eso te refieres?

Exactamente. A mi me mueve la búsqueda de lo desconocido y la belleza de la montaña y de la solución para escalarla. Supongo que esto se transmite a otras personas, puesto que con algunas de mis escaladas, como Kamet, Shispare o Rakaposhi, he conseguido 3 Piolets d’Or. Pero no era mi intención, no hice las escaladas por ello, aunque siempre me alegre mucho cuando ocurre esta transmisión a otras personas.

No es fácil encontrar quien te acompañe en un camino así, sobre todo si el con quién también es importante en ese todo. ¿Cómo conociste a Kei Taniguchi?

Nos conocimos en 2002 y escalamos juntos desde 2004, casi 10 años. Pero me gustaría destacar que yo no la busqué y elegí, sino que nada más conocernos era como si ella robara mis sueños y yo los suyos, eramos compañeros perfectos. Cada cosa que pensábamos sobre la montaña sabíamos que también la pensaba el otro: montañas, rutas….todo.

Kazuya Hiraide y Kei Taniguchi
Kazuya Hiraide y Kei Taniguchi
Supongo que su desaparición en la montaña te haría replantearte muchas cosas

La última vez que escalamos juntos fue en el tercer intento al Shispare, en 2013. Los 10 años anteriores habíamos hecho una expedición juntos cada año porque, como he dicho, compartíamos mismos sueños y mismos puntos de vista sobre qué montañas, vías, cómo. Pero en esa última expedición nos dimos cuenta de que estábamos cambiando, y a veces ya no teníamos el mismo punto de vista sobre las cosas.

No quiere decir que la relación se deteriorara ni nada de eso. Seguíamos siendo grandes amigos. Simplemente, nuestra forma de ver la montaña difirió. Así que, desde que volvimos del Shispare hasta que ella murió, dos años después, no volvimos a hacer nada juntos. Pero yo pensaba: ahora no coincidimos, pero seguro que en un futuro volvemos a coincidir en algún sueño. Era mi esperanza.

Cuando murió, no solo me embargó una gran tristeza por su desaparición, sino que también sentí un triste vacío al, de repente, ser consciente de que nunca más haríamos nada juntos, que esa esperanza que tenía de que ambos volviéramos a conectar en nuestros sueños y nuestra mirada sobre la montaña ya no se haría realidad.

Todo esto me hizo un daño tremendo. Hasta ese momento, yo había tenido lesiones físicas en la montaña. Había perdido dedos de los pies por congelaciones. Eso no me había quitado la motivación. Pero el daño por su muerte me dejó sin ánimo.

Ya me pasaba que, cuanta más experiencia iba adquiriendo en la montaña, más miedo y respeto le tenía. Su muerte me duplicó este miedo.

¿Cómo lo superaste?

2 años después, decidí volver al Shispare una vez más. En 2013 había decidido que no volvía, que era la última vez, descarté la posibilidad de que pudiera escalar esa montaña. Pero la muerte de Kei Taniguchi me hizo tomar la decisión de regresar a intentarlo de nuevo.

En 2017 por fin conseguí alcanzar los 7.611m de la cima. Fue una ofrenda a ella, que no podía estar conmigo, y superé su pérdida y mi bloqueo.

Kazuya Hiraide y Kenro Nakajima, tras descender del Shispare. Foto: Kazuya Hiraide
Kazuya Hiraide y Kenro Nakajima, tras descender del Shispare. Foto: Kazuya Hiraide
Esa escalada a la cara este del Shispare la realizaste acompañado por Kenro Nakajima, quien es tu compañero de cordada desde entonces. ¿También es una relación basada en los sueños comunes y la misma forma de ver las cosas?

Es diferente, porque yo tampoco soy el mismo. A Kenro Nakajima lo conocí después de la muerte de Taniguchi. Y fue como verme a mi mismo 10 años atrás.

Tenía la fuerza física, la técnica, pero le faltaba experiencia y madurez para saber ver el peligro, para asumir el riesgo de forma sensata. Me dije a mi mismo que, con otro compañero, al ser un alpinista un poco “loco” (entre risas), era posible que muriera en accidente.

Esa fue mi primera impresión. Así que decidí llevarle de la mano para que sobreviviera, y además enseñarle cómo hacerlo.

Nakajima e Hiraide, felices tras su descenso del Karun Koh. Foto: Kazuya Hiraide
Nakajima e Hiraide, felices tras su descenso del Karun Koh. Foto: Kazuya Hiraide
Juntos habéis conseguido ya 2 Piolets d’Or, por vuestras escaladas en Shispare y Rakaposhi (7.748m). ¿Como ha sido vuestra última escalada, este otoño en el Karun Koh, un “casi sietemil” de 6.977 metros en Pakistán?

Bueno, ha sido una escalada provocada por lo ocurrido en esa montaña el pasado invierno. Fui a la cara norte del Karun Koh, en este caso con Takuya Mitoro, y fue terrible, tuvimos que ser evacuados y sufrí fuertes congelaciones en los pies.

Me costó mucho recuperarme. Solo decir que hasta primavera no pude volver a ponerme zapatos. Mi ánimo estaba muy confuso durante la recuperación, en ese momento pensé seriamente en no volver a la escalada y al alpinismo.

Pero las montañas son mis maestras, aunque lo que me enseñan lo sé después. Lo acontecido en el Karun Koh y el Sami Sar (montaña de 6.022 metros que escalaban en esa expedición invernal para aclimatar para el Karun Koh) me enseñó algo, pero en ese momento no sabía el qué era. Siempre es así. Lo descubro después.

Por eso, cuando lo que pasó en el Sami Sar, no sabía qué había aprendido ni qué me había enseñado la montaña. El reloj de mi corazón se paró en el campo base cuando fui evacuado en helicóptero. No sabía si volvería al alpinismo. Pero, como decía, yo sé por experiencia que lo que me enseña una montaña lo averiguo en la siguiente montaña, en la siguiente expedición. Descubro el valor verdadero de lo aprendido en una escalada en la escalada siguiente.

Así que al final supe que, para volver a poner en marcha mi corazón, para saber qué había aprendido, tenía que volver al Karun Koh.

El pasado invierno, antes de ir al Karun Koh, comentaste que era una escalada preparatoria para un intento que teníais pensado a la cara oeste del K2. ¿Sigue en pie ese objetivo?¿Trasladar vuestro estilo en seismiles y sietemiles a la 2ª montaña más alta del mundo?

Aún sigo teniendo la idea. Pero no ahora. Primero, tengo que recuperarme del todo, y después creo que tendría que ganar algo más de experiencia antes del intento. Así que quizás en unos años.

Después hay otra cosa que me está haciendo pensar mucho. El K2 ha cambiado. Hasta ahora permitía, en los últimos tiempos, 10 cimas al año. Antes ni eso. Ahora, con la comercialización, y lo que conlleva, de la vía normal, pueden ser 250 personas en un día.

Esto me genera dudas. No sé si mi estilo se adapta a un campo base así, ni lo que sería, después de abrir la oeste del K2 en alpino, encontrarme con ese gentío en la cumbre.

De hecho, sabes lo que es un ochomil en temporada. Desde hace bastantes años trabajas como cámara de altura. Entre otros muchos trabajos más técnicos, has subido Everest un par de veces, algún otro ochomil, contratado para grabar. ¿Además de trabajo, has disfrutado de las experiencias?

Bueno el trabajo es trabajo, eso lo primero. Pero he tenido suerte, porque siempre he trabajado con alpinistas de primer nivel. Así que he aprendido mucho con estos alpinistas.

Me ha servido de escuela verles. Me he fijado mucho en lo que hacían, en qué decisiones tomaban, y eso me ha servido para mis expediciones, y me servirá, en un futuro.

Has comentado que alguna vez te has planteado retirarte de las expediciones ¿Cómo te ves cuando decidas terminar con las grandes escaladas?

En estos momentos me cuesta pensar en mi futuro. Más bien creo que, las cosas que vaya haciendo, me llevarán hasta allí. ¡Así que voy paso y paso y llegaré a mi futuro!

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