Luis Stitzinger fallece en el Kangchenjunga

El gran alpinista, himalayista, guía y esquiador alemán Luis Stitzinger ha sido encontrado muerto a 8.400m de altitud en el Kangchenjunga. Se encontraba desaparecido desde el pasado día 25 de mayo.

Era el décimo ochomil para Stitzinger. Excepto el Everest, en el que se hallaba trabajando como guía cuando alcanzó la cima, todos ellos logrados sin oxígeno, en estilo independiente y ligero y, en la mayoría de los casos, con sus tablas a la espalda, para conseguir hitos como el primer descenso con esquís de la historia de la vertiente de Diamir en el Nanga Parbat.

Las tablas también le acompañaban en esta ocasión, en la que pretendía ser la primera persona en realizar el descenso integral del Kangchenjunga.

La noticia es confirmada por su esposa, Alix von Melle, quien estuvo junto a él en la cima de 6 de esos ochomiles. “Querido Luis. Las montañas eran nuestra vida. Y el Kangchenjunga, el gran sueño que querías cumplir. Tus ojos brillaban con emoción cuando hablabas de él. Los 25 años a tu lado han sido los mejores de mi vida. Gracias por permitirme acompañarte todo este tiempo”.

La última persona en verle con vida fue la himalayista peruana Flor Cuenca. Según confirma desde Katmandú a Ángela Benavides, de Explorersweb, ambos habían unido fuerzas, compartiendo tienda y combustible, porque iban sin oxígeno y solos. Eran los últimos. Luis se sentía cansado, y ella llegó antes a cumbre, en su séptimo ochomil. Al descender y cruzárselo, él le pidió que lo esperara en el campo 4 y estuviese pendiente de la radio.

Así hizo. Luis iba informando a Flor de su avance y cima. En el descenso -queda por confirmar si sobre sus tablas o a pie- le comunicó que ya había superado el corredor, que llegaba la parte más fácil, y que pronto podría ver la luz de su frontal. Fue su último contacto. El tiempo cambió, con niebla, nieve y viento. Se encontraba sola, porque el resto de equipos, comerciales con O2, habían descendido hasta el campo 3, y desde la tienda iluminaba con el frontal con la esperanza de que sirviera de guía al alemán.

A las 5 y media de la mañana Flor Cuenca consiguió avisar por radio de su ausencia, y le dijeron que un helicóptero con un grupo de rescate había partido desde Katmandú, y que descendiera lo más rápido posible porque venía un intenso cambio de tiempo.

Muy cansada, sin hidratar (se había quedado sin combustible el día anterior), y con un intenso frío, pero más tranquila, pensando que llegaba la ayuda de forma inminente, comenzó el descenso. Para su desesperación, el helicóptero nunca llegó, porque al parecer el mal tiempo les hizo volver a aterrizar.

Descanse en paz.