A quien lo da todo, no se le puede pedir nada más. Una lucha constante y sin tregua contra la altura, el frío y la montaña en tanto intentaban abrir su nueva vía: un clásico de de dificultad de los ochomiles de haberse culminado en verano; un hito en la historia del himalayismo de haberse conseguido en invierno.
Tan solo 200 metros les separaron de su objetivo. 2 meses consumiendo fuerzas y energías, escalando en altura ninguneados por un feroz viento y zambullidos en una atmósfera helada con temperaturas constantes inferiores a -30ºC. Esto se aguanta, a duras penas, en baja cota, pero con los problemas y cambios que el organismo sufre a más de 6.000m se está muy cerca del límite humano. Peligrosamente cerca.
Cambio de planes final, no querían irse sin un último intento. Entran por la ruta normal en estilo alpino, con 20 kilos cada uno a la espalda. Alcanzan los 7.000m. Anoche, desde el saco, Alex comunicaba que se encontraban a ¡¡¡-45ºC!!!, con vientos que quizás rondaran los 60 km/h. Después ha empeorado. El parte meteorológico no se ha cumplido, y ha llegado el momento: fin del permiso, fin del invierno. Fin de la lucha. Una lección de alpinismo y pundonor.
Alex Txikon, el austriaco Gerfried Göschl y el canadiense Louis Rousseau, el ‘ABC Team’, han tenido que renunciar hoy a su intento de alcanzar la cumbre del Gasherbrum I o Hidden Peak (8.080 m.) debido a los fuertes vientos que han tenido en la parte alta de la montaña.
Los alpinistas se han enfrentado a vientos de 90 km/h., lo que les ha impedido siquiera salir del campo 3 (7.000 m). Han esperado desde la una de la madrugada hasta las 10 de la mañana, hora a la que han decidido descender al comprobar que el viento no disminuía.
Desde el campo 3, Alex, Gerfried y Louis han bajado hasta el Campo Base, a donde han llegado sobre las siete de la tarde.
Alex Txikon ha explicado lo vivido: “Ayer ya comprobamos que hacía más viento que lo que indicaban las previsiones. Hubo rachas en las que casi salimos volando, tuvimos que asegurar la tienda con todas las cuerdas que pudimos. Sobre las doce de la noche paró, pero cuando estabamos a punto de salir, a la 1 de la madrugada volvió otra vez con fuerza. Hemos esperado a que parara hasta las 10 de la mañana, pero a esa hora teníamos que tomar una decisión. El tiempo se nos acababa porque para mañana el tiempo nos daba una tormenta muy fuerte que no nos podía coger allí arriba. Así que la única decisión posible era la de bajar. Y eso es lo que hemos hecho. El descenso ha sido duro y muy largo, incluso hemos visto alguna avalancha reciente en el glaciar que nos ha obligado a buscar de nuevo el camino, pero al final hemos llegados bien al campo base”.