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Los Carros de Foc, desde dentro

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Pep Tatche describe cómo se vive una de las pruebas de Skyrunning más importantes de la Península desde dentro. Cuarto en la clasificación final, ahora rememora cómo fieron aquellas intensas horas, paso a paso y refugio a refugio, recorriendo el Pallars.
El último fin de semana de septiembre se celebro la prueba oficial de Skyrunning Carros de Foc. Si bien este circuito, que recorre todos los refugios del pallars catalán, puede realizarse como un trekking, se hizo mundialmente famoso como carrera de fondo, a completar en menos de 24 horas. Se decidió establecer la competición en esta modalidad un fin de semana concreto, para que todos los guardas, espectadores y participantes pudieran prepararse. La acogida fue muy buena. Sin embargo, la dureza de la prueba es difícil de reflejar a no ser que se tome parte en ella. Eso es lo que hizo Pep, y así lo cuenta.

Foto: www.fsa-sky.org 

Amitges:

A las 4:00 a.m. suena la alarma de mi cronómetro en el refugio de Amitges. Hemos pasado la noche con nervios y pensando en el recorrido. A las 3:00 ya se oían los primeros movimientos, pero nosotros hemos contenido los nervios hasta nuestra hora.

Después de un corto desayuno de cereales, damos los últimos repasos a la mochila y salimos por primera vez al exterior. Hace una noche tranquila, con nubes altas y viento en calma. La luna brilla débilmente tras las nubes. Hacemos unas cortas carreras de 50 metros y unos estiramientos para preparar los músculos. A las 4:50, ya no podemos contener más los nervios: estamos dispuestos y bien mentalizados para cerrar el circulo completo de los Carros de Foc en el menor tiempo posible.

Fichamos el forfait con el sello del primer refugio y nos apuntan la hora de salida.

Empezamos a caminar deprisa, la noche es oscura. Una fina capa de nubes cubre la luna llena. Dejamos atrás el refugio d’Amitges en dirección al Coll de Ratera. Durante los primeros 5 minutos los nervios aún no nos abandonan. Hace frío pero no lo notamos. Nos tenemos que repetir 2 o 3 veces el uno al otro que: “Calma!â€Yo llevo el pulsómetro, tengo muy claro que no debemos sobrepasar el límite aeróbico, y aunque es difícil durante las primeras rampas, lo vamos manteniendo. Sin demasiada dificultad llegamos al Coll de Ratera en media hora. Desde este primer puerto se puede ver el perfil de las escarpadas montañas del Valle de Aran con la tenue luz que las nubes dejan pasar a la luna. El camino de subida está bien marcado. Aprovechando el largo llano del collado, comemos las primeras barritas de la jornada y empezamos el descenso. La bajada hacia el refugio de Saboredo, no es tan fácil dentro de la oscuridad de la noche. Perdemos unos 10 minutos buscando el buen camino, pero finalmente llegamos al refugio a las 6:15. Hemos tardado un poco más de lo esperado. El refugio está abierto con el tampón encima la mesa, pero sin nada de avituallamiento. Sin perder más de un minuto marcamos nuestro forfait y ya estamos buscando el camino hacia el Coll de Sendrosa. Nos cuesta un poco seguir los hitos justo después del refugio en medio de anchos prados.

Decidimos de separarnos unos 10 o 15 metros y avanzar en paralelo para localizar mejor el camino que acabamos de perder; tiene que andar cerca pero no lo vemos. Hasta pasados unos bloques grandes de piedra no podemos avanzar con rapidez. El collado de Sendrosa se supera con facilidad, pues solo hay que subir 200 metros desde el refugio. La bajada resulta complicada a la mitad, puesto hay que desviarse a la izquierda en un punto aparentemente poco lógico. Hemos visto un grupo de frontales que marchaban delante nuestro como se perdían en la oscuridad. Por suerte la memoria no nos falla y llegamos al Refugio de Colomers a las 7:15 con las primeras luces de la mañana. Hemos hecho un buen tiempo y no nos hemos perdido en ningún punto, esto nos levanta la moral. Nos quitamos aquí el frontal, y sin perder nada de tiempo otra vez, sellamos y seguimos hacia el siguiente refugio.

 
Ambiente de montaña durante la preparación de la carrera. 

Restanca:

El Port de Caldes ya es un poco más largo y duro que los dos anteriores puertos, pero se sube sin ninguna dificultad puesto que el camino es fácil y está muy bien marcado con marcas de G.R.. Además con la luz solar todo se ve de otro color. Después del puerto, hay que bajar una vez para volver a subir hasta el llano del Estany de Monges y el puerto de Güellcrestada. Bajamos a toda prisa, corriendo en los tramos llanos y con poca piedra, y andando deprisa en las otras zonas. Llegamos casi sin darnos cuenta al lago de Cap de Port, lo rodeamos por terreno llano y hacemos el último tramo de descenso empinado hasta el Refugio de la Restanca. Antes de llegar nos cruzamos con un grupo de 5 personas que salió delante nuestro. Sellamos también a toda prisa a las 8:50. Aquí cogemos las primeras barritas de la organización.

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